La
investigación arqueológica ha movilizado y profundizado el conocimiento sobre diversas
civilizaciones de la antigüedad, importante dentro de ellas es el caso de Grecia
y la "Cuestión Homérica", de eso no hay duda pero, lo que a menudo no
se comenta, es que el proceso de constitución histórica de la misma arqueología
en tanto disciplina científica, con sus propios métodos y principios de explicación
y descripción fundados en el estudio del
"material cultural superviviente de un pueblo que vivió en el
pasado"[1],
coincide a lo largo del siglo XIX con el surgimiento de "ideas nuevas
acerca de la europeidad"[2], específicamente
el Helenismo, considerado como
"la idealización de la antigua Grecia como lugar de nacimiento de un único
espíritu europeo"[3]. Ian
Morris (2007) , describe de manera general la situación y sus implicancias:
"Los helenistas
crearon un pasado continentalista
insistiendo en las cualidades singulares, incluso sobrehumanas, de Grecia. Hubo
disputas acerca de qué nación poseía los derechos más poderosos sobre Grecia,
pero los europeos noroccidentales acordaron que ellos monopolizaban su herencia
colectivamente. Ello hizo problemático el uso nacionalista de la antigua Grecia
del mismo modo que cualquier arqueología nacionalista; pero los europeos
occidentales habían definido por adelantado la Antigüedad Clásica. Se le otorgó
a los griegos el papel de antepasados vivientes de la civilización europea y la
arqueología solo sirvió para reforzar esa idea"[4].
Este
nóstos hacia Grecia, se articuló de
diversas maneras, principalmente, como una alternativa ideológica en varias
naciones europeas, ajustadas estas últimas a las necesidades de sus propios procesos y coyunturas
históricas. De este modo, mientras algunas utilizaron el pasado para
revitalizar los espíritus alicaídos de un pueblo, otras esgrimían analogías
para discutir las ideas democráticas liberales de fines del siglo XVIII y a lo largo de todo el
siglo XIX. El caso alemán es de particular interés, puesto que los eruditos románticos
- entre ellos Johan Joachim Winckelmann - se volcaron al estudio de las
antigüedades bajo los renovados enfoques estéticos y métodos de descripción de
antigüedades. La profesionalización de la Alterumwissenchaft
(ciencia de la antigüedad), nuevo campo de estudios para aquel entonces, contribuyó tanto a la ideología política prusiana como
también, a partir de sus estudios helénicos a hacer "de la antigua Grecia
un concepto metahistórico liberando al
helenismo de los cánones de análisis habituales"[5]. Las
implicancias para una arqueología naciente fueron problemáticas, por una parte,
porque en Alemania " los eruditos rechazaron la experiencia física de su
ideal"[6].
Es
decir, se realizaba más bien un trabajo de gabinete, se ocupaban de las antigüedades que estaban a disposición - como
Winckelmann, que fue conservador de antigüedades romanas del vaticano y tuvo
acceso a restos materiales griegos para los cuales ofreció una división
estética-, los documentos eran analizados bajo los paradigmas filológicos de
las escuelas alemanas pero, la búsqueda de una dimensión material para
sustentar o rechazar todo tipo de proposiciones aun no preocupaba a los
universitarios profesionales, de hecho, "algunas técnicas valorativas
ayudaron a consagrar a los griegos como seres más allá de la crítica histórica.
Las impurezas griegas se purgaron en la hoguera de la fuente crítica para
obtener una raza allende de toda comparación"[7]. Sin embargo, esta situación comprende a las
diversas naciones de occidente, en todas ellas :
"El helenismo se
había desarrollado sin gran aportación arqueológica. La filología, el estudio
de las palabras de los antiguos, fue la fuente más importante de la modernidad
rejuvenecedora. Los artefactos, los objetos relacionados con diferentes aspectos
de la antigüedad que ofrecen oportunidad de contemplar los cambios y la vida
cotidiana a través de los tiempos no solían ser las pruebas con las que
trabajaban los helenistas"[8]
Aquello que era definido por aquel
entonces como" Arqueología", aun no definía siquiera sus propios objetivos,
métodos específicos de descripción de los restos materiales del pasado, a
excepción de algunos casos como el arqueólogo danés Christian Thomsen (1800) quien
por sus investigaciones cronológicas es considerado uno de los padres de la
arqueología moderna, o Charles Newton quien a mediados de la década de 1850
intentaba ya emplear fuentes de carácter arqueológico para "explorar la
vida cotidiana y la religión"[9].
Eran pocos arqueólogos los que intentaban combatir las potentes imágenes
ofrecidas por los clasicistas sin ser tachados de excentricismo. Así, este
nuevo campo, fue supeditado y remitido a transformarse - de momento- en una
"técnica subsidiaria inofensiva"[10]. Esto
aconteció porque las técnicas específicas que trabajaban el conocimiento de la antigüedad,
sobre todo clasicistas como se ha comentado, se centraban en los estudios
filológicos y en su mayoría, consideraban peligrosas las aportaciones que
podrían realizar un riguroso estudio de los restos materiales. Lo cierto, es
que el trabajo arqueológico ofrecía la oportunidad de combatir el sentido
puramente aristocrático de los estudios acerca de Grecia y minar la imagen
histórica que de ellos se obtenía. El helenismo tuvo un alto impacto respecto
de la apreciación de las antigüedades, estas eran valorizadas en tanto piezas
artísticas de aquel fundamento de idealizado de la civilización occidental, por
tanto, "jamás se planteó la idea de que las antigüedades pudiesen desafiar
las imágenes del pasado"[11].
Es de esta forma, que comienza a
gestarse lentamente un proceso de acopio nacional de restos materiales
procedentes de la antigua Grecia, ya que estos ofrecían a las nuevas ideas de
europeidad, un sustento sólido respecto de la línea que unía el presente y el
pasado remoto otorgándole la estampa de cuna de la civilización europea, línea
que en los gabinetes de los
departamentos universitarios occidentales y curatorías de diversos museos, había
sido lentamente constituida de acuerdo a los programas ideológicos de cada
nación. Sin embargo, el panorama indicaba que "los gobiernos utilizaban
las antigüedades para ilustrar el helenismo, no para explorarlo. Una vez que un
país obtenía un número aceptable de antigüedades disminuía su interés"[12]. Cabe
preguntar entonces ¿Qué procesos históricos específicamente griegos
coincidieron con este accionar europeo? El Filohelenismo Europeo, fue potenciado
por la Guerra de Independencia Griega (1821-1830), esta aparecía "como un
nuevo destello y manifestación del amor a la libertad y el despertar del
nacionalismo, porque vuelve a dar aliento a las ideas progresistas y las
traspasa a los otros países europeos"[13]. De
hecho, la llama desatada por este contexto revolucionario:
" Se hizo causa
de Europa y, más en general de la humanidad y civilización, causa que apoyaron
simultáneamente, por una coincidencia verdaderamente curiosa, todas las grandes
y variadas corrientes ideológicas, culturales y políticas de la época, el
clasicismo, el romanticismo, el liberalismo y también el cristianismo"[14]
Como es posible atender, la situación
adquiere cada vez mayor relevancia internacional. Sin embargo, en lo que
respecta a la arqueología y la historia, más que una coincidencia curiosa, hace
bastante sentido el principio crítico rector de la obra sobre Grecia de Robin
Osborne (2000) y los académicos colaboradores, es decir, "cómo se ha
manipulado una imagen determinada, cómo se han seleccionado ciertos elementos
de la historia y cultura griegas y utilizado con fines sociales y políticos"[15]. No es objetivo de este trabajo cuestionar la
sinceridad y desinterés de este movimiento europeo pro griego, porque es sabido
que el filohelenismo arrastró con su potencia incluso, a algunos aventureros
que pretendían luchar en las filas de la revolución independentista:
" En cuestión de
días, voluntarios filohelenos- entre ellos se encontraba Lord Byron- empezaron
a alistarse para luchar por la causa de libertad griega. Algunos de ellos,
educados en una imagen idealizada de la Grecia clásica, se desilusionaron
rápidamente cuando descubrieron que los griegos modernos tenían poco en común
con las gloriosas figuras de la Atenas de Pericles. Otros vieron en la Grecia
sublevada un terreno de pruebas donde podían hacer realidad sus sueños de
aventura y gloria militar, pero no faltaron los genuinos idealistas. Los hubo
que, de hecho, hicieron una valiosa contribución al éxito militar"[16].
¿ Quién podría cuestionar a todos
aquellos que, por el hecho de haber sido educados bajo un imaginario parcial sobre
Grecia, enfrentaron a la muerte en el frente de batalla (incluso uno ajeno) con
todo lo que esto implica? Lo expuesto, no impide examinar que este espíritu, en
muchos casos, fue en desmedro de la posibilidad de decidir por parte de la
misma nación griega sobre la filiación con su propio pasado. Existe gran
cantidad de pruebas para corroborar lo que señala Morris (2007) al respecto, a
saber: que el intervencionismo de las
grandes potencias en el proceso independentista "perpetuó la dependencia
griega de la aprobación occidental sobre cómo utilizaban su herencia"[17]. A
modo de ejemplificación, es relevante destacar que:
"Grecia no
estuvo directamente representada en la Convención de Londres de mayo de 1832,
en la que se acordó el tratado de Gran Bretaña, Francia, Rusia y Baviera que
establecía las condiciones de aceptación al trono de Otón, y sometía al país a
la <<garantía>> de las
potencias protectoras, lo que fue sintomático del carácter dependiente del
nuevo Estado".[18]
Para hablar llanamente y retomar el tema
central de esta revisión, la naciente arqueología tenía escasas posibilidades
de adquirir autonomía para delimitarse a sí misma dentro del Helenismo: "la
idea de que la arqueología fuese una ciencia independiente y con sus propios
objetivos, métodos y lenguajes de observación era, en potencia tan subversiva
para el helenismo como atractiva para algunos arqueólogos"[19]. Para
aquel entonces, el estudio de la cultura material podía realizarse desde otros
ámbitos, tales como la historia o la antropología, pero para la naciente
arqueología, el desarrollo de sus propias técnicas y métodos aún no estaba en
condiciones de escindirse de los "clásicos", e incluso, los primeros
arqueólogos buscaban desarrollar técnicas que, más allá de todo, buscaban su
aprecio por coincidir y ganarse un lugar dentro.
Brevemente, me detendré en esta
problemática para luego dar paso a
señalar el principal interés de este trabajo, el cual se relaciona con una
valoración crítica de los aportes de Heinrich Schliemann a la constitución,
precisamente, del campo de la arqueología y las aportaciones a la
"Cuestión Homérica". El interés por manifestar, de manera bastante
sintética y limitada, el contexto general mediante el cual se organiza la
ciencia arqueológica a fines del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX, tiene
por objetivo ofrecer el panorama en el cual se adscribe precisamente el
descubrimiento por parte de Schliemann de la ciudad de Troya en Hissarlik,
específicamente, el "tesoro de Príamo" y por otra parte, del complejo
de tumbas circulares atribuido al Rey Agamenón en Micenas.
En este sentido, la discusión referente
a la escisión definitiva de la arqueología respecto de los clásicos y el helenismo,
no encontrará solución en estas líneas pues excede la delimitación temporal que
a este trabajo compete. Sin embargo, es imprescindible destacar que la querella
aún sigue abierta luego de todos estos años, y a este respecto, el siglo XX
será decidor en torno a este proceso. Es necesario destacar que el "manifiesto"
de Ian Morris (2007) en "Historia y Cultura: La revolución de la
arqueología", que ha servido de base sólida para algunos de los
planteamientos que se pretenden esbozar en este trabajo, demuestra que la
arqueología si bien luchó por su constitución como una disciplina científica,
académica, profesional y lo consiguió, en primer lugar, debido a que se alejó
de una definición reduccionista en tanto "ciencia auxiliar de la historia",
para finalmente, integrarse dentro de la disciplina antropológica. Sin embargo, lo hizo avanzando en una dirección
particular en la cual "todo lo que había era el dominio de los
artefactos".[20]
Las pretensiones de objetividad
científica por parte de la arqueología dio frutos limitados, al hacerse de un
lugar dentro de las ciencias sociales, paulatinamente abandonó el terreno que
quizás más importaba pero ofrecía menos seguridad, me refiero a la
confrontación de las imágenes del pasado a partir de narrativas
histórico-antropológicas. Esto sucede porque esta obsesión por los artefactos devino
en una serie de técnicas, procedimientos y descripciones expuestas a través de
narrativas analíticas (categorías de objetos según estilo y cronología), en donde el artefacto era entendido
no como un medio sino como un fin. No
debe entonces sorprender el hecho de que "al producir análisis en vez de
narraciones, los arqueólogos griegos ganaron status científico pero cedieron el
principio disciplinario (el derecho a desarrollar la historia de la relación
entre los griegos y Occidente)".[21] Sólo
para aclarar el punto expuesto, revisemos una definición más o menos actual de
la arqueología, Linda Manzanilla y Luis Barba (2011) señalan:
"La arqueología
es una ciencia social que estudia las sociedades humanas y sus transformaciones
en el tiempo. Es una ciencia histórica porque investiga el pasado. Forma parte
de la antropología y estudia al hombre como ente social así como su influencia
sobre el medio. Es una disciplina que integra la información procedente del
conocimiento de la Tierra (geología, geofísica y geografía) con datos
provenientes de la biología (paleobotánica, paleozoología y paleoantropología)
y, en consecuencia, la arqueología es un puente interdisciplinario de
unión".[22]
Si la arqueología hoy se define a sí
misma como un "puente interdisciplinario" entre diversas disciplinas
científicas, lamentablemente, sigue encerrada dentro de sus propios límites (sobre
todo narrativos) y, es en este sentido que destaco el libro de Ian Morris en
tanto "manifiesto", puesto que reclama la superación de las
divisiones en la estructura histórica de la arqueología en su recorrido hasta
nuestros días, con la esperanza de consolidar una nueva vía, que estriba en la arqueología como historia cultural. Para
Morris, es casi evidente que la revisión de los últimos 120 años de arqueología
reclama un examen de aquellos puntos de escisión entre: la arqueología clásica
y la antropológica, la arqueología clásica y prehistórica y, por último, la que
él considera la más prometedora, es decir, la división entre arqueología e
historia. De esta manera, según la visión de Morris:
" Los
arqueólogos de Grecia necesitan mantener tanto contacto con los historiadores
de la Antigüedad y los críticos literarios como con antropólogos y otros
arqueólogos. A finales del siglo XIX, para los clásicos era importante aislar
la arqueología griega de influencias externas perjudiciales. Ahora se mantiene
precisamente lo contrario"[23]
¿ En qué sentido es importante gestar
una conciliación entre arqueología e
historia ? En comprender, en primer lugar, el giro que ha sufrido la historiografía
los últimos 50 años , esto con el fin de superar las perspectivas que dominaron
el paisaje intelectual a fines del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX.
La segunda, es ser consciente del giro de las ciencias sociales hacia la
cultura:
" hacer historia
cultural significa tratar las pruebas como un medio en vez de un fin,
concentrándose en los usos del material cultural en la Antigüedad, incluso
cuando eso implique que invirtamos más tiempo hablando de los objetos que no
han llegado a nosotros que de los que sí lo han hecho"[24].
La
idea, es ahondar en el potencial de las diversas ciencias sociales para generar
nuevas narrativas (e imágenes) sobre épocas en las que, incluso se cuentan con
pocos restos materiales y dónde todo se reduce a la esfera de la convención y
el supuesto. Así, son las "representaciones"
las que analógicamente serán confrontadas, puesto que parece ser que "la
cuestión fundamental no es la presencia o ausencia de escritos, sino la
densidad, calidad y variedad de los datos de la información".[25]
Esto, evita el vicio de la atribución de "significados" a los restos
materiales separados de sus contextos, ya que los "usos" pueden ser
mejor determinados en estrecha relación con ellos. Es decir, la transformación
fundamental de la arqueología implica ofrecer límites (cronológicos, por ejemplo),
lo más precisos posibles, para la confrontación de representaciones que se
realicen a partir de los restos materiales, no tanto como una herramienta
subsidiaria, sino como el fundamento y demarcación de las representaciones que
de allí surjan, lo anterior es
imprescindible de considerar, puesto que "no podemos desplazarnos de cómo
nuestras fuentes presentan al mundo a cómo es el mundo en realidad; cada
presentación es una nueva presentación. Todo lo que podemos hacer es confrontar
una de esas nuevas representaciones (deformada) con otra".[26]
La revolución en la arqueología, de acuerdo a todo lo que hemos expuesto, es en
gran parte, una revolución narrativa.
Luego
de esta breve exposición de algunos de los principales cambios epistémicos en
torno a la arqueología, quisiera realizar un par de preguntas: ¿ Cómo realizar
una valoración crítica de los aportes de Heinrich Schliemann al estudio
arqueológico de Grecia y el impacto que sus descubrimientos tuvieron para la
cuestión homérica ? La pregunta es cómo, en primer lugar, puesto que es
imprescindible reconocer que en el momento en que se realizan sus principales
descubrimientos, la arqueología se encuentra en un proceso de constitución
formal en tanto ciencia social (delimitación epistémica), por tanto, se
encuentra sometida a los parámetros que para aquel entonces se establecían como
componentes o fundamentos propios de la disciplina con todo lo que esto implica.
Lo anterior, evita de inmediato realizar una valoración crítica
descontextualizada bajo lo que "hoy" comprendemos como ciencia
arqueológica. Entonces, se debe preguntar ¿Qué elementos de sus descubrimientos
pueden ser considerados como aportaciones para la constitución científica del
campo de la arqueología ? ¿ Cómo fueron interpretados por la comunidad académica
aquellos hallazgos ? ¿Cómo son en la actualidad? ¿ Poseía Schliemann
conocimientos que para la época puedan
ser considerados como arqueológicos ? si es positiva la respuesta ¿ Cuáles eran
? ¿ Quién aportó a su formación arqueológica
? ¿ No sería prudente realizar una distinción entre las aportaciones de
Schliemann a la ciencia arqueológica -si efectivamente los hubo- y aquellas relacionadas
con la cuestión homérica? No señalaré ninguna respuesta definitiva a estas
preguntas, simplemente quisiera aportar algunos datos para su discusión.
Analicemos la valorización de Morris (1997) respecto de Heinrich Schliemann a
partir de tres referencias:
" When Heinrich
Schliemann began digging at Troy and Mycenae in the 1870s, there was general
agreement among classicists that Homeric society and the Trojan war were to all
intents and purposes fictions of the eighth century B.C., helpful for
understanding Greek values at the dawn of the Archaic age, but nothing more
than that".[27]
"Schliemann's
excavations moved some of the discussion of the Homeric Question from the world
of philology to' the examination of artifacts".[28]
"Schliemann's
approach- although not his archaeological methodology- laid the foundations for
the systematic study of the archaeology of prehistoric Greece".[29]
La
primera referencia señala la percepción convencional de la comunidad científica
en torno a aquello que se reconocía por las obras de Homero respecto de la
guerra de Troya. En segundo lugar, se señala el impacto de los descubrimientos
de Schliemann desviándose la atención de la filología hacia la arqueología. Por
último, se reconoce a Schliemann, como aquel que estableció los cimientos para
posteriores estudios sistemáticos de la prehistoria de Grecia, sin embargo,
considerando la ausencia de una metodología arqueológica en sus
descubrimientos. Como es posible apreciar, cada uno de estas referencias dice
relación con algunas de las interrogantes anteriormente planteadas. Es más,
estos parecen ser lugares comunes al momento de analizar las contribuciones de
Heinrich Schliemann al campo arqueológico.
Sin
embargo, es importante señalar que Schliemann ha sido permanentemente retratado
desde una perspectiva sumamente positiva, esto se debe a que el personaje en
cuestión tiende a generar un inusitado magnetismo producto de su biografía
personal y la forma específica en la que se desarrollaron sus descubrimientos, e
incluso se destacan circunstancias de su vida que contribuyen a generar una
imagen más ficcional de Schliemann de aquella que quizás merece una revisión un
tanto más crítica. Lo anterior es un problema evidente, porque puede llevarnos
a pensar que Schliemann fue el primero que se volcó a tamañas empresas de descubrimiento
y por lo demás, ya sabemos en qué contextos históricos específicos estas
operaciones fueron desenvueltas. Una pregunta sencilla nos puede señalar un primer
punto de desencuentro con respecto al descubrimiento de Troya ¿ Fue Schliemann
el primer hombre que se lanzó en la búsqueda del reino de Príamo ? Al respecto,
Gustav Gamer (1992) señala dos importantes referencias:
" En 1775, Lechevalier localizó Troya
en la colina llamada Balli Dag, sobre Pinarbasi, siendo esta situación la que
se aceptó durante los siguientes cien años."
"Maclaren exploró en 1847
las características topográficas de Hisarlik, publicando en 1863 The Plain
of Troy Described, donde confirmaba la identificación entre Hisarlik y
Troya".[30]
La
primera referencia, estima cuál era el supuesto lugar convencional de Troya
antes del descubrimiento de Schliemann. La segunda, instala una curiosa
referencia a Charles Maclaren, quien 25 años antes ya declaraba la zona de
Hisarlik como la ubicación de Ilión, incluso, publicando los resultados de sus
prospecciones topográficas. Es evidente la búsqueda por parte de algunos
aventurados bastantes años antes del descubrimiento de Schliemann. Otra
pregunta que podría encaminar la dirección serían las circunstancias que
llevaron a Schliemann a identificar Hisarlik como el lugar de la supuesta Troya
¿ tuvo acceso en algún momento Schliemann a las investigaciones llevadas a cabo
por Charles Maclaren[31]?
Esto
no es algo que podamos afirmar, pero sí se puede señalar al menos lo siguiente:
Al momento de emprender su viaje a Turquía, Schliemann no estaba "todavía
particularmente identificado con una tesis específica sobre la localización de
Troya"[32].
Es aquí donde entra en escena una figura en extremo relevante para los
descubrimientos que serán atribuidos a Schliemann, me refiero al funcionario
inglés y arqueólogo Frank Calvert. Es interesante, que las noticias sobre la
relevancia de este personaje sean más bien recientes y se gesten a partir de
una revisión, precisamente, del lugar que la historiografía, arqueología y
otras tantas investigaciones han otorgado a los descubrimientos de Schliemann.
Al
respecto, es relevante destacar que uno de los trabajos más importantes del
siglo XX en relación a los grandes descubrimientos arqueológicos de Grecia y
Creta, me refiero a la obra de Leonard Cottrell (1953) "El Toro de
Minos", el cual no hace referencia en sus apartados relacionados a los
descubrimientos de Troya y Micenas a la influencia decisiva de Frank Calvert en
las prospecciones realizadas en Hisarlik por parte de Schliemann. Es más, en la
reedición del libro el año 1955, en donde se añaden dos apéndices relacionados
con importantes descubrimientos - quizás más decisivos para la historia de
Grecia- , a saber, el hecho que "en junio de 1952, Michael Ventris hizo el
descubrimiento inesperado de que la lengua de las tablillas de arcilla, escritas
en lineal B, era griego"[33],
nuevamente no mencionan al arqueólogo inglés, no importaba tanto quizás revisar
lo que se daba por sentado. Independiente de las circunstancias o valoraciones
de los descubrimientos de Schliemann, no era momento de discutir aquello, sino
los últimos hallazgos decisivos que hacían retroceder la historia de Grecia hasta
el periodo de 1400 a 1200 A.C.
La
pregunta es entonces ¿ Cuál es la importancia de este sujeto en el
descubrimiento de Ilión ? Schliemann, se reunió en sus viajes de reconocimiento
con Calvert, quien ya había iniciado trabajos en las colinas de Hisarlik. De
hecho, si se quiere ser incluso más agudo, es posible indagar incluso en su
biografía personal, puesto que se señala que:
"cuando tan sólo tenía 21 años de edad, ya era
considerado por los viajeros y los investigadores de la Tróade como un guía
experto y un buen amigo para los que se aventuraban en aquella zona. Parece ser
que ya a los 11 años Calvert había entregado a Thomas Spratt, cartógrafo de la
marina británica, útiles indicaciones de carácter arqueológico y topográfico.
Frank Calvert se formó como un investigador serio y aventajado, abordando de un
modo extraordinariamente erudito problemas de carácter arqueológico, histórico
y topográfico relacionados con la Tróade, publicando los resultados de sus
estudios, sobre todo en el Archaeological Journal"[34]
Calvert, a
diferencia de Schliemann, era un tipo que poseía una amplia gama de
conocimientos de esta ciencia en proceso de constitución y, además, ya era un
erudito respecto del terreno geográfico donde se proyectaban las tesis de
ubicación de la ciudad buscada. No es una perogrullada incluso mencionar que
"Calvert compró prácticamente la mitad del
terreno de la colina de Hisarlik, empezando su excavación en 1865. Esto ocurría tres años antes de que
Schliemann llegara por primera vez a la Tróade"[35]. Lo
relevante de esta situación, es el contacto que establece Schliemann con
Calvert previo a su descubrimiento, por tanto, cabe destacar las circunstancias
del encuentro. La visita se desarrolló:
"el 15 de agosto en Çanakkale,
tras haber perdido [...] el barco hacía Estambul. Esta entrevista no estaba en
absoluto programada, ya que Schliemann había previsto que su estancia en la
Tróade durase tan sólo seis días y nueve horas. Sin embargo, este retraso
involuntario de un día y nueve horas en el viaje de vuelta le valió la pena, ya que Schliemann recibió la
información referente a la identificación de Troya en Hisarlik durante este
último día de su estancia en la Tróade, con motivo de su visita a la casa de
Calvert en Çanakkale el día 15 de agosto. Sin embargo, en el diario de
Schliemann la referencia a Hisarlik está datada el 14 de agosto"[36]
De
la reunión, se estima que fue crucial y se destaca la capacidad de asimilación
que poseía Schliemann al respecto de las informaciones recopiladas. Este
encuentro sirvió, fundamentalmente, porque Schliemann se da cuenta del "valor
de los datos aportados por Calvert, decidiéndose a utilizarlos en su propio
provecho".[37]
Como fue comentado en una nota al pie en algunos párrafos anteriores, Gustav
Gamer propone que las afirmaciones que se realizan "en el libro Ithaka,
der Peloponnes und Troja, demuestran que el autor adopta como medio
habitual la ficción narrativa, que elimina y transforma los acontecimientos
ocurridos durante el viaje y que cambia las fechas de los días del mismo"[38].
Así, es evidente que la justificación del descubrimiento de Hisarlik como el
lugar más adecuado para el establecimiento de Troya, no prescindió de
informaciones precisas, otorgadas por Calvert en sus encuentros, las cuales
trató de hacer suyas, eso sí, con bastante consideración respecto de las
capacidades de Calvert en tanto investigador.
Frank
Calvert no sólo otorgó informaciones precisas y mostró algunos de sus hallazgos
a Schliemann, además le ofreció a este la posibilidad de realizar sus propias
excavaciones: "All my lands are at your disposal"[39].
Lo cierto, es que Schliemann no comenzó sus trabajos inmediatamente después de
estas reuniones y la acalorada disputa intelectual que se generó entre ambos,
la cual abarcó gran parte de la década de 1870 -que para Calvert no significó
nunca adjudicarse el honor de ser el descubridor de Troya, sino presentar una
serie de argumentos que demostraban uno a uno los errores en las afirmaciones
de Schliemann y el trabajo realizado con anterioridad- "culminó al ponerse
de acuerdo en reconocerle a Maclaren el mérito de la prioridad"[40]. Llama
la atención que las objeciones de Calvert al trabajo de Schliemann, no se
centran exclusivamente dentro del ámbito moral sino, en la rigurosidad de
diversos aspectos en torno a la metodología de trabajo y, más importante aún, las conclusiones que de
ella se extraían, y es precisamente en este sentido, en el que al menos se
confirma que el aficionado Heinrich Schliemann no poseía vastos conocimientos
en torno a la naciente ciencia arqueológica, más bien se encontraba éste en una
fase de reconocimiento, aprendiendo en la medida de los diversos contactos con
los que se codeó, entre ellos Calvert, quién presentó al menos un riguroso
dossier de los estudios arqueológicos realizados con anterioridad. Por otro
lado, el conocimiento en torno a los procedimientos de excavación además de
todo el trabajo de campo, lo adquirió a través de la experiencia directa,
observando otros trabajos in situ o realizándolos
él mismo junto sus trabajadores, pero adoleciendo de rigurosidad en sus
procedimientos y técnicas, puesto que no era un trabajo riguroso, cuidadoso y metódico,
es decir, realizado por "profesionales".[41] Si
obtuvo permanentemente observaciones y consejos más acertados, fueron de parte
del arquitecto Wilhelm Dörpfeld, quien estuvo a cargo de la excavación de Troya
entre los años 1893 y 1894, el joven fue quien:
"poco a poco introdujo la disciplina de la
ciencia en las investigaciones del viejo arqueólogo, y le enseñó el valor del
cuidado y la paciencia en la excavación, de la exactitud en los trabajos
publicados y la templanza en la controversia. "Las cuestiones científicas
—solía decir a su patrón cuando se enfurecía— no pueden resolverse con insultos...
sino sólo con pruebas objetivas"."[42].
En
efecto, Dörpfeld se dedicó con ahínco a la técnica estratigráfica y luego de la
muerte de Schliemann siguió con sus investigaciones, este joven fue otra
influencia decisiva Schliemann y su acercamiento a los conocimientos del campo
arqueológico[43].
Para concluir estas reflexiones entonces, quisiera insistir en la falta de
conocimiento propiamente arqueológico, por lo cual señalaré algunas referencias
que insisten en este hecho. Por ejemplo para Hugo Francisco Bauzá (2012),
Schliemann: "no era arqueólogo de profesión; además, en esa época, esa
ciencia aún no contaba con la metodología, medios y conocimientos que hoy son
moneda corriente a la hora de emprender labores en ese campo".[44]
Es cierto, la ciencia arqueológica estaba en proceso de constitución pero, como
se ha observado, ya existían al menos varias prospecciones arqueológicas
serias, conocimiento al que Schliemann tuvo acceso con posterioridad. Su labor,
sin duda es mucho más instintiva que científica, puesto que como muy bien
señala Leonard Cottrell, el prusiano tenía la tendencia "a interpretar
todo literalmente"[45].
Es
por este motivo que es declarado como un "Fundamentalista Homérico",
aunque considero que es un erróneo epíteto, puesto que si bien las obras del
aedo son utilizadas como fuente literal (histórica) e interpretadas de manera
acrítica, no son las únicas. Heródoto, Tucídides, Jenofonte, Pausanias,
Cicerón, Estrabón, Plutarco, Tito Livio, entre otros, aparecen referenciados en
su diario de viaje junto con la Ilíada y la Odisea a la par de sus reflexiones
y teorías. Esto es profundamente interesante, puesto que Schliemann -y en esto
hay que darle crédito- sí contaba con al menos un corpus de conocimientos de la
antigüedad, los que hoy son estudiados a la hora de hallar los fundamentos de
diversas disciplinas científicas como es el caso de la Historia o la Geografía.
Por tanto, Schliemann se proporcionó con anterioridad a sus viajes, un cúmulo
de imágenes que pudo contrastar en los lugares descritos por estos autores,
el problema radica en la idea de
inmutabilidad temporal de la que nunca se pudo despegar. Caso aparte, dice
relación con las técnicas aplicadas en sus excavaciones, que distan mucho de
las actuales técnicas arqueológicas y, si bien, continuamente se suele
justificar el estado embrionario de la ciencia arqueológica como elemento a
considerar respecto de los métodos de excavación utilizados por Schliemann, es
un tanto más prudente señalar su completa ausencia. Así, Cottrell señala que
para el caso de Troya:
"Su enorme trinchera atravesó los sucesivos
estratos del montículo, y cuando tropezaba con un edificio de fecha
relativamente moderna que impedía el acceso a los niveles más bajos, que eran
los únicos que le interesaban, no se detenía, como habría hecho un excavador
moderno, a tomar fotografías y anotaciones, sino que lo demolía sin dilación"[46]
De hecho, para apoyar esta idea,
es importante recordar que cuando en 1868 Schliemann excavó en Balli
Dag, donde supuestamente se encontraba ubicada la ciudad de Troya, sus
procedimientos fueron en exceso rudimentarios y carentes de cuidado. Gamer
señala al respecto que:
" pagando a un par de campesinos para que con
sus azadas hicieran algunos agujeros, como el mismo Schliemann los denominó. De
hecho, Schliemann excavó en ese momento con obreros del campo, con herramientas
agrícolas y con métodos propios del trabajo agrícola. Así, de ningún modo puede
considerarse que sea en ese momento que empiece la gran época de las
excavaciones arqueológicas modernas, como a veces se ha pretendido
afirmar"[47]
A
este respecto, cabe entonces preguntar ¿ Cómo fueron interpretados por la
comunidad científica los hallazgos de Schliemann? Ian Morris, señala que "la
falta de entrenamiento de Schliemann, sus métodos destructivos y frecuentes cambios de parecer lo exponían a
la acusación de que no era un científico"[48]. Claramente,
los descubrimientos de Schliemann fueron cuestionados por parte de la comunidad
científica, Alberto Manguel (2010) ofrece una visión sintética de las
reacciones de algunos de los más importantes arqueólogos profesionales y
profesores de clásicas de la época: "Matthew Arnold lo calificó de
<<taimado>>. El orientalista Joseph Arthur, Conde de Gobineau, dijo
que era un << charlatán>>. Ernst Curtius, que excavaba Olimpia, lo
tachó de <<estafador>>".[49] Independiente de los ataques de diversos
frentes recibidos por Schliemann, este siempre actuó en función de ganar con
mayor ahínco el apoyo popular que el de la comunidad profesional, para lo
anterior incluso se valió de figuras destacadas. Morris señala que:
" los hallazgos del excavador sostenían el
antiguo modelo de los unitarios británicos, el de un Homero fiable. Schliemann
vendió sus ideas con habilidad, pidiéndole a Gladstone que escribiese un
prólogo para su libro Mycenae
[Micenas]. Gladstone dudó, percibiendo que Schliemann se aproximaría a Charles
Newton. Pero, Schliemann insistió y Gladstone aceptó"[50]
¿
Qué incomodaba a los clasicistas? Probablemente el hecho de que los
descubrimientos de Schliemann renovaban la visión que hasta el momento se
poseía respecto de los primeros tiempos de Grecia. El prusiano reclamaba la
idea de que "había existido de verdad una Edad Heroica, asociada con los
palacios micénicos, respecto a la cual Homero constituía una fuente
fiable"[51].
No tan solo aquello, de hecho se coincide habitualmente en señalar como uno de
los principales motivos de molestia de la comunidad científica el carácter
aficionado de Schliemann en torno a sus descubrimientos, esto no es extraño,
considerando que en su mayoría aquellos académicos que tenían entre cejo y cejo
el problema homérico, lo estudiaban desde sus propias localidades, sin
emprender aventura alguna hacia los sitios donde fueron realizados los
descubrimientos, esto coincide de manera general con el estado de los estudios
de la época los cuales prescindían del mundo de los artefactos y se centraban
más en los documentos, sobre todo aquellos relacionados con la filología.
Sorpresa fue la de aquellos cuando se enteraron que:
"de pronto aparecía ese audaz comerciante, sin
preparación académica, un cualquiera, ansioso de publicidad (que como sabios
ellos, pretendían odiar) que sin método y precipitadamente derribaba sin piedad
restos de edificios clásicos en una alocada búsqueda de una ciudad que,
probablemente, sólo había existido en la imaginación de un poeta"[52].
De
manera general, Schliemann fue bastante cuestionado, quizás por su precipitada
manera de actuar, para él no existía protocolo de comprobación de los hallazgos
realizados, estaba tan embebido de sus propias pasiones que estas nublaron su
capacidad de actuar con mesura, no tuvo dudas al trazar líneas directas entre
varias de las piezas halladas y aquellos héroes descritos en los poemas de
Homero. Por tanto, era de suponer que su falta de preparación fuese atacada
señalando que "no era una labor de investigación, sino periodismo
sensacionalista".[53]
Manguel (2010) realiza una esquemática línea de factores que influyeron en los
ataques, así éste señala que:
" lo que el
mundo académico consideraba la insolente intrusión de un aficionado en el campo
de los profesionales; la segunda, la idea, enormemente inquietante, de que
quizá la poesía no fuera pura invención sino que podía proporcionar una fiel
descripción del mundo que representaba; la tercera, la conclusión inevitable de
que la La Ilíada y La Odisea podían tener sus orígenes en una época anterior a la edad
heroica de Grecia, en la nebulosa época preclásica que quedaba fuera del
alcance de los planes de estudio universitarios. Finalmente, se cuestionó la
veracidad de las suposiciones de Schliemann argumentando que las ruinas que él
había descubierto no eran las de la Troya de Homero (que ahora sabemos que
ocupan el estrato identificado como Troya VIIa)[54].
Cuando
realizamos la pregunta respecto de las aportaciones de Schliemann al proceso de
constitución arqueológica, pareciera ser que es más bien poco lo que podemos
señalar con prudencia como un real aporte. Es por esto que es necesario
realizar una diferenciación entre las perspectivas de análisis que sugieren los
descubrimientos del prusiano casi como un momento fundamental en la historia de
la arqueología, la década de 1870 fue relevante sin duda y los descubrimientos
también, pero sólo serían apreciados con posterioridad y al calor de
descubrimientos mucho más fundamentales como lo son los de Arthur Evans - donde
también se cometieron algunos pecados arqueológicos- y los desciframientos de
Michael Ventris de la escritura lineal B. Sólo por mencionar un hecho que
comprueba que para aquel entonces la arqueología valoraba procedimientos
distintos, sobre todo aquel que se ceñía a la descripción densa de artefactos
encontrados, es la relevancia que poseen las excavaciones de Olimpia llevadas a
cabo por Ernst Curtius en 1880, no tan sólo por el nivel de la excavación -
donde trabajaron más de 800 personas -, sino porque impulsó a la arqueología a
un nuevo nivel de análisis: "Olimpia necesitaba, mucho más que Micenas o
Troya, un nuevo lenguaje técnico y nuevo tipo de texto".[55]
Esto coincide justamente con el proceso de profesionalización del mundo
arqueológico, donde Schliemann tenía bastante poco que aportar, más por
desconocimiento que por falta de intenciones, así:
"Algunas de sus
primeras opiniones las corrigió él mismo antes de morir. Otras fueron
modificadas después de su muerte cuando se lograron nuevos conocimientos.
Schliemann habría sido el primero en aprobar estos cambios. Sabía que las
verdades arqueológicas tienen inevitablemente que expresarse en teorías que
representan las explicaciones más factibles de las pruebas disponibles"[56].
Sin
embargo, no es posible ser tan injustos, puesto que en lo que respecta a la
Historia de Grecia, los descubrimientos de Schliemann, independiente de sus
escasos conocimientos y el poco cuidado que tuvo, fueron de gran importancia. En
palabras de Bauzá: "Gracias a los citados hallazgos la historia griega y
de la cuenca del Egeo retrocedían hasta el III milenio incorporando así lo
sucedido en la Edad de Bronce, iniciada en el 2900 circa"[57].
Gracias a los hallazgos de Schliemann, es que se poseen:
" documentos
griegos del final de la época micénica; del mismo mundo que Homero intenta
reflejar en sus poemas, aunque viva en una fecha muy posterior. Si una serie de
conocimientos sobre dicha época llegaron a él fue indudablemente porque la
tradición épica en que se apoya y de que depende es de origen micénico"[58]
La
visión que actualmente existe del mundo egeo cada vez se enriquece más, el
conocimiento sobre las civilizaciones pre-helénicas ha aumentado
considerablemente al abrir estos descubrimientos un giro hacia los fundamentos
de la civilización griega. Sólo es posible dimensionar el impacto de estos
descubrimientos al recordar que:
" Antes de los
hallazgos de Schliemann en Hisarlik, en 1870- y de Micenas, en 1876, de las
excavaciones de sir Arthur Evans en Cnossos (Creta) y de los importantes
descubrimientos fuera de la ciudadela de Micenas debidos al arqueólogo
Británico Alan J.B Wace, la historia de Grecia o, en otras palabras la
tradición escrita de la Hélade, comenzaba el año 776 A.C"[59]
Morris,
incluso va más lejos señalando a Schliemann como el creador de la Edad de
Hierro en tanto categoría[60].
Lo cierto es que, estos descubrimientos cambiaron tanto la percepción sobre lo
que hasta entonces eran un cúmulo de leyendas, como también, la valorización
que se realizó de los aportes que podía entregar la arqueología en cada una de
sus dimensiones a, la comprensión de los orígenes de la civilización griega. El
impacto de estos episodios llevó a los historiadores y arqueólogos a intentar
reconstruir el pasado hasta el punto que "entre 1870 y 1914, los conceptos
de la antigua Grecia cambiaron hasta quedar irreconocibles"[61] .
Así, se inauguraba otro gran debate, el relacionado con la famosa "edad
oscura de Grecia" que sería potenciado con los descubrimientos que se
desarrollarían durante los primeros cincuenta años del siglo XX.
Para
finalizar y desde una visión personal, quisiera señalar que el valor de los
descubrimientos arqueológicos, no puede hacernos obviar las circunstancias en
que fueron realizados, esto sería desconocer completamente el hecho de que en
su mayoría, los grandes arqueólogos y aventureros que se volcaron al encuentro
de los orígenes de la civilización griega, precisamente, no fueron griegos.
Grecia, como señalamos al principio, sufrió la intervención en sus procesos
históricos por gran parte de las naciones europeas y, muchas de las sociedades
arqueológicas que fueron fundadas con posterioridad en territorio griego,
habían sido concebidas y definidas en sus objetivos fuera de sus propias
fronteras. Frente a esto, Grecia asumió una tarea de fiscalización[62]
(tratando de imponer ciertas prerrogativas, evitando así el saqueo de los
restos encontrados y la adjudicación
"glorificadora" de los mismos), no está demás decir, que producto de
su imposibilidad de iniciar tareas arqueológicas en toda su amplitud, tuvo que
ofrecer al mejor postor la posibilidad de examinar su propio pasado.
Sin
embargo, es imposible olvidar que a la luz de los descubrimientos se pudo
iniciar una gran confrontación con la escuela alemana del siglo XIX, quienes
veían y estimaban en el mundo griego el preámbulo de los valores de la
burguesía occidental. Con las informaciones que surgen a partir de estos
hallazgos, surgirá además la escuela de antropología histórica representada por
Moses Finley, Jean Pierre Vernant, Pierre Vidal- Naquet, Marcel Detienne,
Claude Mossé y Nicole Loreaux, quienes ofrecerán una nueva comprensión respecto
de la civilización Griega, desmitificando en múltiples aspectos la tan realzada
e infranqueable imagen que, hasta entonces había sido tan políticamente
funcional a los intereses de las naciones europeas a fines del siglo XVIII,
todo el siglo XIX e inicios del siglo XX.
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[1] Morris, I. 2007.Historia y Cultura: La revolución
de la arqueología, Barcelona, España,
Editorial Edhasa, p. 23.
[2] Morris, I. 2007, p.77.
[3] Morris, I.2007, p.77.
[4] Morris, I.2007, p.78.
[5] Morris, I. 2007, p. 88.
[6] Morris, I. 2007, p.89.
[7] Morris, I. 2007, p.89.
[8] Morris, I. 2007, p.94.
[9] Morris, I. 2007, p.104.
[10] Morris, I. 2007, p. 95.
[11] Morris, I. 2007, p. 96.
[12] Morris, I. 2007, p. 97.
[13]
Vacalópoulos. A. Historia
de Grecia Moderna 1204-1985. Centro de Estudios Bizantinos y Neohelénicos
Fotios Malleros. Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad de Chile.
Santiago de Chile, 1995, p.149.
[14]
Vacalópoulos. 1995, p.149.
[15] Osborne, R. La Grecia Clásica.
Historia de Europa Oxford. Crítica, Barcelona, 2000, p. 10.
[16] Clogg. R. 1998. Historia de
Grecia. Cambrige University Press, España, 1998, P.47.
[17] Morris. I. 2007, p.94.
[18] Clogg. R. 1998, p.55.
[19] Morris. I. 2007, p.100-101.
[20] Morris. I. 2007. p. 102
[21] Morris, I. 2007. p.103-104.
[22] Manzanilla, L; Barba, L. La
arqueología: una visión científica del pasado del hombre. Fondo de Cultura
Económica, México D.F, 2011. p. 13.
[23] Morris, I. 2007. p. 139.
[24] Morris, I. 2007. P. 139.
[26] Morris, I. 2007. P.38
[27] Morris, I; Powell, B. 1997. A
new companion to Homer. Leiden, Netherlands, Brill. p. 13.
[28] Morris, I; Powell, B. 1997. p.
139.
[29] Morris, I; Powell, B. 1997. p.
511.
[30] Gamer.G.1992. Troya a la luz de las últimas
investigaciones. Arqueología
Prehistórica del Próximo Oriente. U.A.B, 1989, 1990, 1991. Treballs d'Arqueología,
2. p. 201
[31] De
hecho, Schliemann señala en su diario: "Estoy en perfecto acuerdo con C.
MacLaren, Dissertation on the topography
of the Trojan War, Edimburgo, 1822 y Eckenbrecher en Reinischen Museum, N.F.,2, Jahrgang, pp.1 ss., que reconocen la
identidad de Hisarlik con el emplazamiento de Troya". Schliemann. H. Ítaca, El Peloponeso, Troya.
Investigaciones arqueológicas. Ediciones Akal, 2012, p. 138. El problema, es
que no sabemos si estas referencias fueron establecidas con posterioridad a su
descubrimiento, puesto que algunos autores como Gamer (1992) señalan que existe
una amplia probabilidad de que Schliemann haya tergiversado muchas de sus
informaciones con el fin de acreditar sus descubrimientos y, por otro lado,
presentar el hallazgo amparado por varios trabajos e investigaciones previas
respecto de las tesis de la ubicación de Troya frente a la comunidad
científica. Es probable, por tanto, que el diario de viaje en su conjunto se
encuentre seriamente intervenido.
[32] Gamer. G. 1992. p.203
[33] Finley, M. I. 2000. La Grecia
antigua. Barcelona, España, Crítica. p.
225.
[34] Gamer. G. 1992. p.202.
[35] Gamer. G. 1992. p. 202-203.
[36] Gamer. G. 1992. p. 204.
[37] Gamer. G. 1992. p. 204.
[38] Gamer. G. 1992. p. 204.
[39] Gamer. G. 1992. p. 205.
[40] Gamer. G. 1992. p. 206.
[41] Al respecto, es imposible
olvidar a su mujer Sofía Engastromenou (1852- 1932), de quien espero realizar una próxima
investigación. Su contribución a los hallazgos es fundamental, puesto que
participa activamente en diversos momentos del proceso de excavación. Además,
se dedicó a inventariar y catalogar artefactos, cerámicas, por ejemplo. Y aunque
se señale que no poseía mayores conocimientos científicos, es posible que la
misma labor que llevaba a cabo, le acercó hacia procedimientos que requerían de
mayor rigurosidad, sobre todo aquellos
relacionados con la clasificación de artefactos y su descripción, lo que era bastante
cercano a las metodologías arqueológicas del momento. En la década de 1880, el paradigma de análisis
arqueológico, estará relacionado con una narrativa que implica una descripción
detallada, aportando la mayor cantidad de datos e información sobre los
artefactos encontrados, aquello implicaba también catálogo e inventario (por
ejemplo, Olimpia). Sus aportes fueron valorados e inclusive fue invitada a
exponer sobre los pormenores de las excavaciones en Micenas en la Royal
Archeological Institute de Londres.
[42] Cotrell. L. 1958. El Toro de
Minos. Fondo de Cultura Económica, México. p. 104.
[43]Cabe destacar que el mismísimo
Arthur Evans describe con posterioridad a Dörpfeld como "El descubrimiento
más importante de Schliemann"
[44] Bauzá. H.F. 2012. Heinrich
Schliemann. Estudio Preliminar. En: Heinrich Schliemann. Ítaca, el Peloponeso,
Troya. Investigaciones Arqueológicas. Madrid, Ediciones Akal, p. 6.
[45] Cotrell. L. 1958. p. 42.
[46] Cotrell. L. 1958. p. 55.
[47] Gamer. G. 1992. p.203.
[48] Morris. I. 2007. p. 157.
[49] Manguel. A. 2010. El Legado de
Homero. Madrid, Editorial Debate (Historia). p.185
[50] Morris. I. 2007. p. 157.
[51] Morris. I. 2007. p. 156.
[52] Cotrell. L. 1958. p. 60.
[53] Cotrell. L. 1958. p. 60.
[54] Manguel. A. 2010. p.185.
[55] Morris. I. 2007. p. 100.
[56] Cotrell. L. 1958. p. 93.
[57]Bauzá. H.F. 2012. Heinrich
Schliemann. Estudio Preliminar. En: Heinrich Schliemann. Ítaca, el Peloponeso,
Troya. Investigaciones Arqueológicas. Madrid, Ediciones Akal, p. 7.
[58]
Adrados. R; Fernández. G;
Gil. L; Lasso de la Vega. 1963. Introducción a Homero. Madrid. Ediciones
Guardarrama. p. 68.
[59]Bauzá. H.F. 2012. Heinrich
Schliemann. Estudio Preliminar. En: Heinrich Schliemann. Ítaca, el Peloponeso,
Troya. Investigaciones Arqueológicas. Madrid, Ediciones Akal, p. 7.
[60] Morris. I. 2007. p. 161.
[61] Morris. I. 2007. p. 162.
[62]
El caso del fiscalizador (y
arqueólogo) Stamatakis, quien tuvo la tarea
de vigilar a Schliemann en sus labores en Micenas es un buen ejemplo.