martes, 27 de octubre de 2015

"Reflexiones en torno a la Arqueología de Grecia: Una valoración crítica de los hallazgos de Heinrich Schliemann"

La investigación arqueológica ha movilizado y profundizado el conocimiento sobre diversas civilizaciones de la antigüedad, importante dentro de ellas es el caso de Grecia y la "Cuestión Homérica", de eso no hay duda pero, lo que a menudo no se comenta, es que el proceso de constitución histórica de la misma arqueología en tanto disciplina científica, con sus propios métodos y principios de explicación y descripción fundados en el estudio del  "material cultural superviviente de un pueblo que vivió en el pasado"[1], coincide a lo largo del siglo XIX con el surgimiento de "ideas nuevas acerca de la europeidad"[2], específicamente el Helenismo, considerado como "la idealización de la antigua Grecia como lugar de nacimiento de un único espíritu europeo"[3]. Ian Morris (2007) , describe de manera general la situación y sus implicancias:

"Los helenistas crearon un pasado continentalista insistiendo en las cualidades singulares, incluso sobrehumanas, de Grecia. Hubo disputas acerca de qué nación poseía los derechos más poderosos sobre Grecia, pero los europeos noroccidentales acordaron que ellos monopolizaban su herencia colectivamente. Ello hizo problemático el uso nacionalista de la antigua Grecia del mismo modo que cualquier arqueología nacionalista; pero los europeos occidentales habían definido por adelantado la Antigüedad Clásica. Se le otorgó a los griegos el papel de antepasados vivientes de la civilización europea y la arqueología solo sirvió para reforzar esa idea"[4].

Este nóstos hacia Grecia, se articuló de diversas maneras, principalmente, como una alternativa ideológica en varias naciones europeas, ajustadas estas últimas a las necesidades  de sus propios procesos y coyunturas históricas. De este modo, mientras algunas utilizaron el pasado para revitalizar los espíritus alicaídos de un pueblo, otras esgrimían analogías para discutir las ideas democráticas liberales de  fines del siglo XVIII y a lo largo de todo el siglo XIX. El caso alemán es de particular interés, puesto que los eruditos románticos - entre ellos Johan Joachim Winckelmann - se volcaron al estudio de las antigüedades bajo los renovados enfoques estéticos y métodos de descripción de antigüedades. La profesionalización de la Alterumwissenchaft (ciencia de la antigüedad), nuevo campo de estudios para aquel entonces, contribuyó  tanto a la ideología política prusiana como también, a partir de sus estudios helénicos a hacer "de la antigua Grecia un concepto metahistórico liberando al  helenismo de los cánones de análisis habituales"[5]. Las implicancias para una arqueología naciente fueron problemáticas, por una parte, porque en Alemania " los eruditos rechazaron la experiencia física de su ideal"[6].
Es decir, se realizaba más bien un trabajo de gabinete, se ocupaban de las  antigüedades que estaban a disposición - como Winckelmann, que fue conservador de antigüedades romanas del vaticano y tuvo acceso a restos materiales griegos para los cuales ofreció una división estética-, los documentos eran analizados bajo los paradigmas filológicos de las escuelas alemanas pero, la búsqueda de una dimensión material para sustentar o rechazar todo tipo de proposiciones aun no preocupaba a los universitarios profesionales, de hecho, "algunas técnicas valorativas ayudaron a consagrar a los griegos como seres más allá de la crítica histórica. Las impurezas griegas se purgaron en la hoguera de la fuente crítica para obtener una raza allende de toda comparación"[7].  Sin embargo, esta situación comprende a las diversas naciones de occidente, en todas ellas :

"El helenismo se había desarrollado sin gran aportación arqueológica. La filología, el estudio de las palabras de los antiguos, fue la fuente más importante de la modernidad rejuvenecedora. Los artefactos, los objetos relacionados con diferentes aspectos de la antigüedad que ofrecen oportunidad de contemplar los cambios y la vida cotidiana a través de los tiempos no solían ser las pruebas con las que trabajaban los helenistas"[8]


Aquello que era definido por aquel entonces como" Arqueología", aun no definía siquiera sus propios objetivos, métodos específicos de descripción de los restos materiales del pasado, a excepción de algunos casos como el arqueólogo danés Christian Thomsen (1800) quien por sus investigaciones cronológicas es considerado uno de los padres de la arqueología moderna, o Charles Newton quien a mediados de la década de 1850 intentaba ya emplear fuentes de carácter arqueológico para "explorar la vida cotidiana y la religión"[9]. Eran pocos arqueólogos los que intentaban combatir las potentes imágenes ofrecidas por los clasicistas sin ser tachados de excentricismo. Así, este nuevo campo, fue supeditado y remitido a transformarse - de momento- en una "técnica subsidiaria inofensiva"[10]. Esto aconteció porque las técnicas específicas que trabajaban el conocimiento de la antigüedad, sobre todo clasicistas como se ha comentado, se centraban en los estudios filológicos y en su mayoría, consideraban peligrosas las aportaciones que podrían realizar un riguroso estudio de los restos materiales. Lo cierto, es que el trabajo arqueológico ofrecía la oportunidad de combatir el sentido puramente aristocrático de los estudios acerca de Grecia y minar la imagen histórica que de ellos se obtenía. El helenismo tuvo un alto impacto respecto de la apreciación de las antigüedades, estas eran valorizadas en tanto piezas artísticas de aquel fundamento de idealizado de la civilización occidental, por tanto, "jamás se planteó la idea de que las antigüedades pudiesen desafiar las imágenes del pasado"[11].

Es de esta forma, que comienza a gestarse lentamente un proceso de acopio nacional de restos materiales procedentes de la antigua Grecia, ya que estos ofrecían a las nuevas ideas de europeidad, un sustento sólido respecto de la línea que unía el presente y el pasado remoto otorgándole la estampa de cuna de la civilización europea, línea que en los gabinetes de  los departamentos universitarios occidentales y curatorías de diversos museos, había sido lentamente constituida de acuerdo a los programas ideológicos de cada nación. Sin embargo, el panorama indicaba que "los gobiernos utilizaban las antigüedades para ilustrar el helenismo, no para explorarlo. Una vez que un país obtenía un número aceptable de antigüedades disminuía su interés"[12]. Cabe preguntar entonces ¿Qué procesos históricos específicamente griegos coincidieron con este accionar europeo? El Filohelenismo Europeo, fue potenciado por la Guerra de Independencia Griega (1821-1830), esta aparecía "como un nuevo destello y manifestación del amor a la libertad y el despertar del nacionalismo, porque vuelve a dar aliento a las ideas progresistas y las traspasa a los otros países europeos"[13]. De hecho, la llama desatada por este contexto revolucionario:


" Se hizo causa de Europa y, más en general de la humanidad y civilización, causa que apoyaron simultáneamente, por una coincidencia verdaderamente curiosa, todas las grandes y variadas corrientes ideológicas, culturales y políticas de la época, el clasicismo, el romanticismo, el liberalismo y también el cristianismo"[14]


Como es posible atender, la situación adquiere cada vez mayor relevancia internacional. Sin embargo, en lo que respecta a la arqueología y la historia, más que una coincidencia curiosa, hace bastante sentido el principio crítico rector de la obra sobre Grecia de Robin Osborne (2000) y los académicos colaboradores, es decir, "cómo se ha manipulado una imagen determinada, cómo se han seleccionado ciertos elementos de la historia y cultura griegas y utilizado con fines sociales y políticos"[15].  No es objetivo de este trabajo cuestionar la sinceridad y desinterés de este movimiento europeo pro griego, porque es sabido que el filohelenismo arrastró con su potencia incluso, a algunos aventureros que pretendían luchar en las filas de la revolución independentista:


" En cuestión de días, voluntarios filohelenos- entre ellos se encontraba Lord Byron- empezaron a alistarse para luchar por la causa de libertad griega. Algunos de ellos, educados en una imagen idealizada de la Grecia clásica, se desilusionaron rápidamente cuando descubrieron que los griegos modernos tenían poco en común con las gloriosas figuras de la Atenas de Pericles. Otros vieron en la Grecia sublevada un terreno de pruebas donde podían hacer realidad sus sueños de aventura y gloria militar, pero no faltaron los genuinos idealistas. Los hubo que, de hecho, hicieron una valiosa contribución al éxito militar"[16].
¿ Quién podría cuestionar a todos aquellos que, por el hecho de haber sido educados bajo un imaginario parcial sobre Grecia, enfrentaron a la muerte en el frente de batalla (incluso uno ajeno) con todo lo que esto implica? Lo expuesto, no impide examinar que este espíritu, en muchos casos, fue en desmedro de la posibilidad de decidir por parte de la misma nación griega sobre la filiación con su propio pasado. Existe gran cantidad de pruebas para corroborar lo que señala Morris (2007) al respecto, a saber:  que el intervencionismo de las grandes potencias en el proceso independentista "perpetuó la dependencia griega de la aprobación occidental sobre cómo utilizaban su herencia"[17]. A modo de ejemplificación, es relevante destacar que:


"Grecia no estuvo directamente representada en la Convención de Londres de mayo de 1832, en la que se acordó el tratado de Gran Bretaña, Francia, Rusia y Baviera que establecía las condiciones de aceptación al trono de Otón, y sometía al país a la <<garantía>>  de las potencias protectoras, lo que fue sintomático del carácter dependiente del nuevo Estado".[18]


Para hablar llanamente y retomar el tema central de esta revisión, la naciente arqueología tenía escasas posibilidades de adquirir autonomía para delimitarse a sí misma dentro del Helenismo: "la idea de que la arqueología fuese una ciencia independiente y con sus propios objetivos, métodos y lenguajes de observación era, en potencia tan subversiva para el helenismo como atractiva para algunos arqueólogos"[19]. Para aquel entonces, el estudio de la cultura material podía realizarse desde otros ámbitos, tales como la historia o la antropología, pero para la naciente arqueología, el desarrollo de sus propias técnicas y métodos aún no estaba en condiciones de escindirse de los "clásicos", e incluso, los primeros arqueólogos buscaban desarrollar técnicas que, más allá de todo, buscaban su aprecio por coincidir y ganarse un lugar dentro.

Brevemente, me detendré en esta problemática para  luego dar paso a señalar el principal interés de este trabajo, el cual se relaciona con una valoración crítica de los aportes de Heinrich Schliemann a la constitución, precisamente, del campo de la arqueología y las aportaciones a la "Cuestión Homérica". El interés por manifestar, de manera bastante sintética y limitada, el contexto general mediante el cual se organiza la ciencia arqueológica a fines del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX, tiene por objetivo ofrecer el panorama en el cual se adscribe precisamente el descubrimiento por parte de Schliemann de la ciudad de Troya en Hissarlik, específicamente, el "tesoro de Príamo" y por otra parte, del complejo de tumbas circulares atribuido al Rey Agamenón en Micenas.

En este sentido, la discusión referente a la escisión definitiva de la arqueología respecto de los clásicos y el helenismo, no encontrará solución en estas líneas pues excede la delimitación temporal que a este trabajo compete. Sin embargo, es imprescindible destacar que la querella aún sigue abierta luego de todos estos años, y a este respecto, el siglo XX será decidor en torno a este proceso. Es necesario destacar que el "manifiesto" de Ian Morris (2007) en "Historia y Cultura: La revolución de la arqueología", que ha servido de base sólida para algunos de los planteamientos que se pretenden esbozar en este trabajo, demuestra que la arqueología si bien luchó por su constitución como una disciplina científica, académica, profesional y lo consiguió, en primer lugar, debido a que se alejó de una definición reduccionista en tanto "ciencia auxiliar de la historia", para finalmente, integrarse dentro de la disciplina antropológica.  Sin embargo, lo hizo avanzando en una dirección particular en la cual "todo lo que había era el dominio de los artefactos".[20] 

Las pretensiones de objetividad científica por parte de la arqueología dio frutos limitados, al hacerse de un lugar dentro de las ciencias sociales, paulatinamente abandonó el terreno que quizás más importaba pero ofrecía menos seguridad, me refiero a la confrontación de las imágenes del pasado a partir de narrativas histórico-antropológicas. Esto sucede porque esta obsesión por los artefactos devino en una serie de técnicas, procedimientos y descripciones expuestas a través de narrativas analíticas (categorías de objetos según estilo  y cronología), en donde el artefacto era entendido no como un medio sino como un fin.  No debe entonces sorprender el hecho de que "al producir análisis en vez de narraciones, los arqueólogos griegos ganaron status científico pero cedieron el principio disciplinario (el derecho a desarrollar la historia de la relación entre los griegos y Occidente)".[21] Sólo para aclarar el punto expuesto, revisemos una definición más o menos actual de la arqueología, Linda Manzanilla y Luis Barba (2011) señalan:


"La arqueología es una ciencia social que estudia las sociedades humanas y sus transformaciones en el tiempo. Es una ciencia histórica porque investiga el pasado. Forma parte de la antropología y estudia al hombre como ente social así como su influencia sobre el medio. Es una disciplina que integra la información procedente del conocimiento de la Tierra (geología, geofísica y geografía) con datos provenientes de la biología (paleobotánica, paleozoología y paleoantropología) y, en consecuencia, la arqueología es un puente interdisciplinario de unión".[22]


Si la arqueología hoy se define a sí misma como un "puente interdisciplinario" entre diversas disciplinas científicas, lamentablemente, sigue encerrada dentro de sus propios límites (sobre todo narrativos) y, es en este sentido que destaco el libro de Ian Morris en tanto "manifiesto", puesto que reclama la superación de las divisiones en la estructura histórica de la arqueología en su recorrido hasta nuestros días, con la esperanza de consolidar una nueva vía, que estriba en  la arqueología como historia cultural. Para Morris, es casi evidente que la revisión de los últimos 120 años de arqueología reclama un examen de aquellos puntos de escisión entre: la arqueología clásica y la antropológica, la arqueología clásica y prehistórica y, por último, la que él considera la más prometedora, es decir, la división entre arqueología e historia. De esta manera, según la visión de Morris:

" Los arqueólogos de Grecia necesitan mantener tanto contacto con los historiadores de la Antigüedad y los críticos literarios como con antropólogos y otros arqueólogos. A finales del siglo XIX, para los clásicos era importante aislar la arqueología griega de influencias externas perjudiciales. Ahora se mantiene precisamente lo contrario"[23]


¿ En qué sentido es importante gestar una conciliación entre  arqueología e historia ? En comprender, en primer lugar, el giro que ha sufrido la historiografía los últimos 50 años , esto con el fin de superar las perspectivas que dominaron el paisaje intelectual a fines del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. La segunda, es ser consciente del giro de las ciencias sociales hacia la cultura:


" hacer historia cultural significa tratar las pruebas como un medio en vez de un fin, concentrándose en los usos del material cultural en la Antigüedad, incluso cuando eso implique que invirtamos más tiempo hablando de los objetos que no han llegado a nosotros que de los que sí lo han hecho"[24].


La idea, es ahondar en el potencial de las diversas ciencias sociales para generar nuevas narrativas (e imágenes) sobre épocas en las que, incluso se cuentan con pocos restos materiales y dónde todo se reduce a la esfera de la convención y el supuesto. Así,  son las "representaciones" las que analógicamente serán confrontadas, puesto que parece ser que "la cuestión fundamental no es la presencia o ausencia de escritos, sino la densidad, calidad y variedad de los datos de la información".[25] Esto, evita el vicio de la atribución de "significados" a los restos materiales separados de sus contextos, ya que los "usos" pueden ser mejor determinados en estrecha relación con ellos. Es decir, la transformación fundamental de la arqueología implica ofrecer límites (cronológicos, por ejemplo), lo más precisos posibles, para la confrontación de representaciones que se realicen a partir de los restos materiales, no tanto como una herramienta subsidiaria, sino como el fundamento y demarcación de las representaciones que de allí surjan,  lo anterior es imprescindible de considerar, puesto que "no podemos desplazarnos de cómo nuestras fuentes presentan al mundo a cómo es el mundo en realidad; cada presentación es una nueva presentación. Todo lo que podemos hacer es confrontar una de esas nuevas representaciones (deformada) con otra".[26] La revolución en la arqueología, de acuerdo a todo lo que hemos expuesto, es en gran parte, una revolución narrativa.
Luego de esta breve exposición de algunos de los principales cambios epistémicos en torno a la arqueología, quisiera realizar un par de preguntas: ¿ Cómo realizar una valoración crítica de los aportes de Heinrich Schliemann al estudio arqueológico de Grecia y el impacto que sus descubrimientos tuvieron para la cuestión homérica ? La pregunta es cómo, en primer lugar, puesto que es imprescindible reconocer que en el momento en que se realizan sus principales descubrimientos, la arqueología se encuentra en un proceso de constitución formal en tanto ciencia social (delimitación epistémica), por tanto, se encuentra sometida a los parámetros que para aquel entonces se establecían como componentes o fundamentos propios de la disciplina con todo lo que esto implica. Lo anterior, evita de inmediato realizar una valoración crítica descontextualizada bajo lo que "hoy" comprendemos como ciencia arqueológica. Entonces, se debe preguntar ¿Qué elementos de sus descubrimientos pueden ser considerados como aportaciones para la constitución científica del campo de la arqueología ? ¿ Cómo fueron interpretados por la comunidad académica aquellos hallazgos ? ¿Cómo son en la actualidad? ¿ Poseía Schliemann conocimientos  que para la época puedan ser considerados como arqueológicos ? si es positiva la respuesta ¿ Cuáles eran ? ¿ Quién aportó  a su formación arqueológica ? ¿ No sería prudente realizar una distinción entre las aportaciones de Schliemann a la ciencia arqueológica -si efectivamente los hubo- y aquellas relacionadas con la cuestión homérica? No señalaré ninguna respuesta definitiva a estas preguntas, simplemente quisiera aportar algunos datos para su discusión. Analicemos la valorización de Morris (1997) respecto de Heinrich Schliemann a partir de tres referencias:

" When Heinrich Schliemann began digging at Troy and Mycenae in the 1870s, there was general agreement among classicists that Homeric society and the Trojan war were to all intents and purposes fictions of the eighth century B.C., helpful for understanding Greek values at the dawn of the Archaic age, but nothing more than that".[27]

"Schliemann's excavations moved some of the discussion of the Homeric Question from the world of philology to' the examination of artifacts".[28]

"Schliemann's approach- although not his archaeological methodology- laid the foundations for the systematic study of the archaeology of prehistoric Greece".[29]

La primera referencia señala la percepción convencional de la comunidad científica en torno a aquello que se reconocía por las obras de Homero respecto de la guerra de Troya. En segundo lugar, se señala el impacto de los descubrimientos de Schliemann desviándose la atención de la filología hacia la arqueología. Por último, se reconoce a Schliemann, como aquel que estableció los cimientos para posteriores estudios sistemáticos de la prehistoria de Grecia, sin embargo, considerando la ausencia de una metodología arqueológica en sus descubrimientos. Como es posible apreciar, cada uno de estas referencias dice relación con algunas de las interrogantes anteriormente planteadas. Es más, estos parecen ser lugares comunes al momento de analizar las contribuciones de Heinrich Schliemann al campo arqueológico.
Sin embargo, es importante señalar que Schliemann ha sido permanentemente retratado desde una perspectiva sumamente positiva, esto se debe a que el personaje en cuestión tiende a generar un inusitado magnetismo producto de su biografía personal y la forma específica en la que se desarrollaron sus descubrimientos, e incluso se destacan circunstancias de su vida que contribuyen a generar una imagen más ficcional de Schliemann de aquella que quizás merece una revisión un tanto más crítica. Lo anterior es un problema evidente, porque puede llevarnos a pensar que Schliemann fue el primero que se volcó a tamañas empresas de descubrimiento y por lo demás, ya sabemos en qué contextos históricos específicos estas operaciones fueron desenvueltas. Una pregunta sencilla nos puede señalar un primer punto de desencuentro con respecto al descubrimiento de Troya ¿ Fue Schliemann el primer hombre que se lanzó en la búsqueda del reino de Príamo ? Al respecto, Gustav Gamer (1992) señala dos importantes referencias:

" En 1775, Lechevalier localizó Troya en la colina llamada Balli Dag, sobre Pinarbasi, siendo esta situación la que se aceptó durante los siguientes cien años."

"Maclaren exploró en 1847 las características topográficas de Hisarlik, publicando en 1863 The Plain of Troy Described, donde confirmaba la identificación entre Hisarlik y Troya".[30]

La primera referencia, estima cuál era el supuesto lugar convencional de Troya antes del descubrimiento de Schliemann. La segunda, instala una curiosa referencia a Charles Maclaren, quien 25 años antes ya declaraba la zona de Hisarlik como la ubicación de Ilión, incluso, publicando los resultados de sus prospecciones topográficas. Es evidente la búsqueda por parte de algunos aventurados bastantes años antes del descubrimiento de Schliemann. Otra pregunta que podría encaminar la dirección serían las circunstancias que llevaron a Schliemann a identificar Hisarlik como el lugar de la supuesta Troya ¿ tuvo acceso en algún momento Schliemann a las investigaciones llevadas a cabo por Charles Maclaren[31]?
Esto no es algo que podamos afirmar, pero sí se puede señalar al menos lo siguiente: Al momento de emprender su viaje a Turquía, Schliemann no estaba "todavía particularmente identificado con una tesis específica sobre la localización de Troya"[32]. Es aquí donde entra en escena una figura en extremo relevante para los descubrimientos que serán atribuidos a Schliemann, me refiero al funcionario inglés y arqueólogo Frank Calvert. Es interesante, que las noticias sobre la relevancia de este personaje sean más bien recientes y se gesten a partir de una revisión, precisamente, del lugar que la historiografía, arqueología y otras tantas investigaciones han otorgado a los descubrimientos de Schliemann.
Al respecto, es relevante destacar que uno de los trabajos más importantes del siglo XX en relación a los grandes descubrimientos arqueológicos de Grecia y Creta, me refiero a la obra de Leonard Cottrell (1953) "El Toro de Minos", el cual no hace referencia en sus apartados relacionados a los descubrimientos de Troya y Micenas a la influencia decisiva de Frank Calvert en las prospecciones realizadas en Hisarlik por parte de Schliemann. Es más, en la reedición del libro el año 1955, en donde se añaden dos apéndices relacionados con importantes descubrimientos - quizás más decisivos para la historia de Grecia- , a saber, el hecho que "en junio de 1952, Michael Ventris hizo el descubrimiento inesperado de que la lengua de las tablillas de arcilla, escritas en lineal B, era griego"[33], nuevamente no mencionan al arqueólogo inglés, no importaba tanto quizás revisar lo que se daba por sentado. Independiente de las circunstancias o valoraciones de los descubrimientos de Schliemann, no era momento de discutir aquello, sino los últimos hallazgos decisivos que hacían retroceder la historia de Grecia hasta el periodo de 1400 a 1200 A.C.
La pregunta es entonces ¿ Cuál es la importancia de este sujeto en el descubrimiento de Ilión ? Schliemann, se reunió en sus viajes de reconocimiento con Calvert, quien ya había iniciado trabajos en las colinas de Hisarlik. De hecho, si se quiere ser incluso más agudo, es posible indagar incluso en su biografía personal, puesto que se señala que:

"cuando tan sólo tenía 21 años de edad, ya era considerado por los viajeros y los investigadores de la Tróade como un guía experto y un buen amigo para los que se aventuraban en aquella zona. Parece ser que ya a los 11 años Calvert había entregado a Thomas Spratt, cartógrafo de la marina británica, útiles indicaciones de carácter arqueológico y topográfico. Frank Calvert se formó como un investigador serio y aventajado, abordando de un modo extraordinariamente erudito problemas de carácter arqueológico, histórico y topográfico relacionados con la Tróade, publicando los resultados de sus estudios, sobre todo en el Archaeological Journal"[34]

Calvert, a diferencia de Schliemann, era un tipo que poseía una amplia gama de conocimientos de esta ciencia en proceso de constitución y, además, ya era un erudito respecto del terreno geográfico donde se proyectaban las tesis de ubicación de la ciudad buscada. No es una perogrullada incluso mencionar que "Calvert compró prácticamente la mitad del terreno de la colina de Hisarlik, empezando su excavación en 1865. Esto ocurría tres años antes de que Schliemann llegara por primera vez a la Tróade"[35]. Lo relevante de esta situación, es el contacto que establece Schliemann con Calvert previo a su descubrimiento, por tanto, cabe destacar las circunstancias del encuentro. La visita se desarrolló:


"el 15 de agosto en Çanakkale, tras haber perdido [...] el barco hacía Estambul. Esta entrevista no estaba en absoluto programada, ya que Schliemann había previsto que su estancia en la Tróade durase tan sólo seis días y nueve horas. Sin embargo, este retraso involuntario de un día y nueve horas en el viaje de vuelta  le valió la pena, ya que Schliemann recibió la información referente a la identificación de Troya en Hisarlik durante este último día de su estancia en la Tróade, con motivo de su visita a la casa de Calvert en Çanakkale el día 15 de agosto. Sin embargo, en el diario de Schliemann la referencia a Hisarlik está datada el 14 de agosto"[36]

De la reunión, se estima que fue crucial y se destaca la capacidad de asimilación que poseía Schliemann al respecto de las informaciones recopiladas. Este encuentro sirvió, fundamentalmente, porque Schliemann se da cuenta del "valor de los datos aportados por Calvert, decidiéndose a utilizarlos en su propio provecho".[37] Como fue comentado en una nota al pie en algunos párrafos anteriores, Gustav Gamer propone que las afirmaciones que se realizan "en el libro Ithaka, der Peloponnes und Troja, demuestran que el autor adopta como medio habitual la ficción narrativa, que elimina y transforma los acontecimientos ocurridos durante el viaje y que cambia las fechas de los días del mismo"[38]. Así, es evidente que la justificación del descubrimiento de Hisarlik como el lugar más adecuado para el establecimiento de Troya, no prescindió de informaciones precisas, otorgadas por Calvert en sus encuentros, las cuales trató de hacer suyas, eso sí, con bastante consideración respecto de las capacidades de Calvert en tanto investigador.
Frank Calvert no sólo otorgó informaciones precisas y mostró algunos de sus hallazgos a Schliemann, además le ofreció a este la posibilidad de realizar sus propias excavaciones: "All my lands are at your disposal"[39]. Lo cierto, es que Schliemann no comenzó sus trabajos inmediatamente después de estas reuniones y la acalorada disputa intelectual que se generó entre ambos, la cual abarcó gran parte de la década de 1870 -que para Calvert no significó nunca adjudicarse el honor de ser el descubridor de Troya, sino presentar una serie de argumentos que demostraban uno a uno los errores en las afirmaciones de Schliemann y el trabajo realizado con anterioridad- "culminó al ponerse de acuerdo en reconocerle a Maclaren el mérito de la prioridad"[40]. Llama la atención que las objeciones de Calvert al trabajo de Schliemann, no se centran exclusivamente dentro del ámbito moral sino, en la rigurosidad de diversos aspectos en torno a la metodología de trabajo y,  más importante aún, las conclusiones que de ella se extraían, y es precisamente en este sentido, en el que al menos se confirma que el aficionado Heinrich Schliemann no poseía vastos conocimientos en torno a la naciente ciencia arqueológica, más bien se encontraba éste en una fase de reconocimiento, aprendiendo en la medida de los diversos contactos con los que se codeó, entre ellos Calvert, quién presentó al menos un riguroso dossier de los estudios arqueológicos realizados con anterioridad. Por otro lado, el conocimiento en torno a los procedimientos de excavación además de todo el trabajo de campo, lo adquirió a través de la experiencia directa, observando otros trabajos in situ o realizándolos él mismo junto sus trabajadores, pero adoleciendo de rigurosidad en sus procedimientos y técnicas, puesto que no era un trabajo riguroso, cuidadoso y metódico, es decir, realizado por "profesionales".[41] Si obtuvo permanentemente observaciones y consejos más acertados, fueron de parte del arquitecto Wilhelm Dörpfeld, quien estuvo a cargo de la excavación de Troya entre los años 1893 y 1894, el joven fue quien:

"poco a poco introdujo la disciplina de la ciencia en las investigaciones del viejo arqueólogo, y le enseñó el valor del cuidado y la paciencia en la excavación, de la exactitud en los trabajos publicados y la templanza en la controversia. "Las cuestiones científicas —solía decir a su patrón cuando se enfurecía— no pueden resolverse con insultos... sino sólo con pruebas objetivas"."[42].

En efecto, Dörpfeld se dedicó con ahínco a la técnica estratigráfica y luego de la muerte de Schliemann siguió con sus investigaciones, este joven fue otra influencia decisiva Schliemann y su acercamiento a los conocimientos del campo arqueológico[43]. Para concluir estas reflexiones entonces, quisiera insistir en la falta de conocimiento propiamente arqueológico, por lo cual señalaré algunas referencias que insisten en este hecho. Por ejemplo para Hugo Francisco Bauzá (2012), Schliemann: "no era arqueólogo de profesión; además, en esa época, esa ciencia aún no contaba con la metodología, medios y conocimientos que hoy son moneda corriente a la hora de emprender labores en ese campo".[44] Es cierto, la ciencia arqueológica estaba en proceso de constitución pero, como se ha observado, ya existían al menos varias prospecciones arqueológicas serias, conocimiento al que Schliemann tuvo acceso con posterioridad. Su labor, sin duda es mucho más instintiva que científica, puesto que como muy bien señala Leonard Cottrell, el prusiano tenía la tendencia "a interpretar todo literalmente"[45].
Es por este motivo que es declarado como un "Fundamentalista Homérico", aunque considero que es un erróneo epíteto, puesto que si bien las obras del aedo son utilizadas como fuente literal (histórica) e interpretadas de manera acrítica, no son las únicas. Heródoto, Tucídides, Jenofonte, Pausanias, Cicerón, Estrabón, Plutarco, Tito Livio, entre otros, aparecen referenciados en su diario de viaje junto con la Ilíada y la Odisea a la par de sus reflexiones y teorías. Esto es profundamente interesante, puesto que Schliemann -y en esto hay que darle crédito- sí contaba con al menos un corpus de conocimientos de la antigüedad, los que hoy son estudiados a la hora de hallar los fundamentos de diversas disciplinas científicas como es el caso de la Historia o la Geografía. Por tanto, Schliemann se proporcionó con anterioridad a sus viajes, un cúmulo de imágenes que pudo contrastar en los lugares descritos por estos autores, el  problema radica en la idea de inmutabilidad temporal de la que nunca se pudo despegar. Caso aparte, dice relación con las técnicas aplicadas en sus excavaciones, que distan mucho de las actuales técnicas arqueológicas y, si bien, continuamente se suele justificar el estado embrionario de la ciencia arqueológica como elemento a considerar respecto de los métodos de excavación utilizados por Schliemann, es un tanto más prudente señalar su completa ausencia. Así, Cottrell señala que para el caso de Troya:

"Su enorme trinchera atravesó los sucesivos estratos del montículo, y cuando tropezaba con un edificio de fecha relativamente moderna que impedía el acceso a los niveles más bajos, que eran los únicos que le interesaban, no se detenía, como habría hecho un excavador moderno, a tomar fotografías y anotaciones, sino que lo demolía sin dilación"[46]
De hecho, para apoyar esta idea, es importante recordar que cuando en 1868 Schliemann excavó en Balli Dag, donde supuestamente se encontraba ubicada la ciudad de Troya, sus procedimientos fueron en exceso rudimentarios y carentes de cuidado. Gamer señala al respecto que:

" pagando a un par de campesinos para que con sus azadas hicieran algunos agujeros, como el mismo Schliemann los denominó. De hecho, Schliemann excavó en ese momento con obreros del campo, con herramientas agrícolas y con métodos propios del trabajo agrícola. Así, de ningún modo puede considerarse que sea en ese momento que empiece la gran época de las excavaciones arqueológicas modernas, como a veces se ha pretendido afirmar"[47]

A este respecto, cabe entonces preguntar ¿ Cómo fueron interpretados por la comunidad científica los hallazgos de Schliemann? Ian Morris, señala que "la falta de entrenamiento de Schliemann, sus métodos destructivos y  frecuentes cambios de parecer lo exponían a la acusación de que no era un científico"[48]. Claramente, los descubrimientos de Schliemann fueron cuestionados por parte de la comunidad científica, Alberto Manguel (2010) ofrece una visión sintética de las reacciones de algunos de los más importantes arqueólogos profesionales y profesores de clásicas de la época: "Matthew Arnold lo calificó de <<taimado>>. El orientalista Joseph Arthur, Conde de Gobineau, dijo que era un << charlatán>>. Ernst Curtius, que excavaba Olimpia, lo tachó de <<estafador>>".[49]  Independiente de los ataques de diversos frentes recibidos por Schliemann, este siempre actuó en función de ganar con mayor ahínco el apoyo popular que el de la comunidad profesional, para lo anterior incluso se valió de figuras destacadas. Morris señala  que:

" los hallazgos del excavador sostenían el antiguo modelo de los unitarios británicos, el de un Homero fiable. Schliemann vendió sus ideas con habilidad, pidiéndole a Gladstone que escribiese un prólogo para su libro Mycenae [Micenas]. Gladstone dudó, percibiendo que Schliemann se aproximaría a Charles Newton. Pero, Schliemann insistió y Gladstone aceptó"[50]

¿ Qué incomodaba a los clasicistas? Probablemente el hecho de que los descubrimientos de Schliemann renovaban la visión que hasta el momento se poseía respecto de los primeros tiempos de Grecia. El prusiano reclamaba la idea de que "había existido de verdad una Edad Heroica, asociada con los palacios micénicos, respecto a la cual Homero constituía una fuente fiable"[51]. No tan solo aquello, de hecho se coincide habitualmente en señalar como uno de los principales motivos de molestia de la comunidad científica el carácter aficionado de Schliemann en torno a sus descubrimientos, esto no es extraño, considerando que en su mayoría aquellos académicos que tenían entre cejo y cejo el problema homérico, lo estudiaban desde sus propias localidades, sin emprender aventura alguna hacia los sitios donde fueron realizados los descubrimientos, esto coincide de manera general con el estado de los estudios de la época los cuales prescindían del mundo de los artefactos y se centraban más en los documentos, sobre todo aquellos relacionados con la filología. Sorpresa fue la de aquellos cuando se enteraron que:


"de pronto aparecía ese audaz comerciante, sin preparación académica, un cualquiera, ansioso de publicidad (que como sabios ellos, pretendían odiar) que sin método y precipitadamente derribaba sin piedad restos de edificios clásicos en una alocada búsqueda de una ciudad que, probablemente, sólo había existido en la imaginación de un poeta"[52].

De manera general, Schliemann fue bastante cuestionado, quizás por su precipitada manera de actuar, para él no existía protocolo de comprobación de los hallazgos realizados, estaba tan embebido de sus propias pasiones que estas nublaron su capacidad de actuar con mesura, no tuvo dudas al trazar líneas directas entre varias de las piezas halladas y aquellos héroes descritos en los poemas de Homero. Por tanto, era de suponer que su falta de preparación fuese atacada señalando que "no era una labor de investigación, sino periodismo sensacionalista".[53] Manguel (2010) realiza una esquemática línea de factores que influyeron en los ataques, así éste señala que:

" lo que el mundo académico consideraba la insolente intrusión de un aficionado en el campo de los profesionales; la segunda, la idea, enormemente inquietante, de que quizá la poesía no fuera pura invención sino que podía proporcionar una fiel descripción del mundo que representaba; la tercera, la conclusión inevitable de que la  La Ilíada y La Odisea podían tener sus orígenes en una época anterior a la edad heroica de Grecia, en la nebulosa época preclásica que quedaba fuera del alcance de los planes de estudio universitarios. Finalmente, se cuestionó la veracidad de las suposiciones de Schliemann argumentando que las ruinas que él había descubierto no eran las de la Troya de Homero (que ahora sabemos que ocupan el estrato identificado como Troya VIIa)[54].

Cuando realizamos la pregunta respecto de las aportaciones de Schliemann al proceso de constitución arqueológica, pareciera ser que es más bien poco lo que podemos señalar con prudencia como un real aporte. Es por esto que es necesario realizar una diferenciación entre las perspectivas de análisis que sugieren los descubrimientos del prusiano casi como un momento fundamental en la historia de la arqueología, la década de 1870 fue relevante sin duda y los descubrimientos también, pero sólo serían apreciados con posterioridad y al calor de descubrimientos mucho más fundamentales como lo son los de Arthur Evans - donde también se cometieron algunos pecados arqueológicos- y los desciframientos de Michael Ventris de la escritura lineal B. Sólo por mencionar un hecho que comprueba que para aquel entonces la arqueología valoraba procedimientos distintos, sobre todo aquel que se ceñía a la descripción densa de artefactos encontrados, es la relevancia que poseen las excavaciones de Olimpia llevadas a cabo por Ernst Curtius en 1880, no tan sólo por el nivel de la excavación - donde trabajaron más de 800 personas -, sino porque impulsó a la arqueología a un nuevo nivel de análisis: "Olimpia necesitaba, mucho más que Micenas o Troya, un nuevo lenguaje técnico y nuevo tipo de texto".[55] Esto coincide justamente con el proceso de profesionalización del mundo arqueológico, donde Schliemann tenía bastante poco que aportar, más por desconocimiento que por falta de intenciones, así:

"Algunas de sus primeras opiniones las corrigió él mismo antes de morir. Otras fueron modificadas después de su muerte cuando se lograron nuevos conocimientos. Schliemann habría sido el primero en aprobar estos cambios. Sabía que las verdades arqueológicas tienen inevitablemente que expresarse en teorías que representan las explicaciones más factibles de las pruebas disponibles"[56].


Sin embargo, no es posible ser tan injustos, puesto que en lo que respecta a la Historia de Grecia, los descubrimientos de Schliemann, independiente de sus escasos conocimientos y el poco cuidado que tuvo, fueron de gran importancia. En palabras de Bauzá: "Gracias a los citados hallazgos la historia griega y de la cuenca del Egeo retrocedían hasta el III milenio incorporando así lo sucedido en la Edad de Bronce, iniciada en el 2900 circa"[57]. Gracias a los hallazgos de Schliemann, es que se poseen:

" documentos griegos del final de la época micénica; del mismo mundo que Homero intenta reflejar en sus poemas, aunque viva en una fecha muy posterior. Si una serie de conocimientos sobre dicha época llegaron a él fue indudablemente porque la tradición épica en que se apoya y de que depende es de origen micénico"[58]

La visión que actualmente existe del mundo egeo cada vez se enriquece más, el conocimiento sobre las civilizaciones pre-helénicas ha aumentado considerablemente al abrir estos descubrimientos un giro hacia los fundamentos de la civilización griega. Sólo es posible dimensionar el impacto de estos descubrimientos al recordar que:

" Antes de los hallazgos de Schliemann en Hisarlik, en 1870- y de Micenas, en 1876, de las excavaciones de sir Arthur Evans en Cnossos (Creta) y de los importantes descubrimientos fuera de la ciudadela de Micenas debidos al arqueólogo Británico Alan J.B Wace, la historia de Grecia o, en otras palabras la tradición escrita de la Hélade, comenzaba el año 776 A.C"[59]

Morris, incluso va más lejos señalando a Schliemann como el creador de la Edad de Hierro en tanto categoría[60]. Lo cierto es que, estos descubrimientos cambiaron tanto la percepción sobre lo que hasta entonces eran un cúmulo de leyendas, como también, la valorización que se realizó de los aportes que podía entregar la arqueología en cada una de sus dimensiones a, la comprensión de los orígenes de la civilización griega. El impacto de estos episodios llevó a los historiadores y arqueólogos a intentar reconstruir el pasado hasta el punto que "entre 1870 y 1914, los conceptos de la antigua Grecia cambiaron hasta quedar irreconocibles"[61] . Así, se inauguraba otro gran debate, el relacionado con la famosa "edad oscura de Grecia" que sería potenciado con los descubrimientos que se desarrollarían durante los primeros cincuenta años del siglo XX.
Para finalizar y desde una visión personal, quisiera señalar que el valor de los descubrimientos arqueológicos, no puede hacernos obviar las circunstancias en que fueron realizados, esto sería desconocer completamente el hecho de que en su mayoría, los grandes arqueólogos y aventureros que se volcaron al encuentro de los orígenes de la civilización griega, precisamente, no fueron griegos. Grecia, como señalamos al principio, sufrió la intervención en sus procesos históricos por gran parte de las naciones europeas y, muchas de las sociedades arqueológicas que fueron fundadas con posterioridad en territorio griego, habían sido concebidas y definidas en sus objetivos fuera de sus propias fronteras. Frente a esto, Grecia asumió una tarea de fiscalización[62] (tratando de imponer ciertas prerrogativas, evitando así el saqueo de los restos encontrados y la  adjudicación "glorificadora" de los mismos), no está demás decir, que producto de su imposibilidad de iniciar tareas arqueológicas en toda su amplitud, tuvo que ofrecer al mejor postor la posibilidad de examinar su propio pasado.
Sin embargo, es imposible olvidar que a la luz de los descubrimientos se pudo iniciar una gran confrontación con la escuela alemana del siglo XIX, quienes veían y estimaban en el mundo griego el preámbulo de los valores de la burguesía occidental. Con las informaciones que surgen a partir de estos hallazgos, surgirá además la escuela de antropología histórica representada por Moses Finley, Jean Pierre Vernant, Pierre Vidal- Naquet, Marcel Detienne, Claude Mossé y Nicole Loreaux, quienes ofrecerán una nueva comprensión respecto de la civilización Griega, desmitificando en múltiples aspectos la tan realzada e infranqueable imagen que, hasta entonces había sido tan políticamente funcional a los intereses de las naciones europeas a fines del siglo XVIII, todo el siglo XIX e inicios del siglo XX.
Bibliografía
Adrados, R; Fernández, G; Gil. L; Lasso de la Vega, (1963), Introducción a Homero, Madrid, España, Ediciones Guardarrama.

Bloch, R; Hus, A, (1972), Las conquistas de la arqueología, Madrid, España, Editorial Guardarrama

Clogg, R, (1998), Historia de Grecia, Madrid, España, Cambrige University Press.

Cottrell, L, (1958), El Toro de Minos, México, Fondo de Cultura Económica.

Finley, M. I, (2000), La Grecia antigua, Barcelona, España, Crítica.

Finley, M.I, (2008), El mundo de Odiseo, México, Fondo de Cultura Económica.

Gamer,G, (1992), Troya a la luz de las últimas investigaciones, Arqueología Prehistórica del Próximo Oriente, U.A.B, 1989, 1990, 1991,Treballs d'Arqueología, 2.
Manguel, A, (2010), El legado de Homero, Madrid, España, Debate.

Manzanilla, L; Barba, L, (2011), La arqueología: una visión científica del pasado del hombre. México, Fondo de Cultura Económica.

Morris, I; Powell, B, (1997), A new companion to Homer, Leiden, Netherlands, Brill.

Morris, I, (2007), Historia y Cultura: La revolución de la arqueología, Barcelona, España,  Editorial Edhasa.

Osborne, R, (2000), La Grecia Clásica, Barcelona, España, Historia de Europa Oxford, Crítica.

Schliemann, H, (2012), Ítaca, el Peloponeso, Troya. Investigaciones arqueológicas, Madrid, España, Ediciones Akal.

Vacalópoulos, A, (1995), Historia de Grecia Moderna 1204-1985, Santiago, Chile, Centro de Estudios Bizantinos y Neohelénicos Fotios Malleros, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile.




[1] Morris, I. 2007.Historia y Cultura: La revolución de la arqueología, Barcelona, España,  Editorial Edhasa, p. 23.
[2] Morris, I. 2007, p.77.
[3] Morris, I.2007, p.77.
[4] Morris, I.2007, p.78.
[5] Morris, I. 2007, p. 88.
[6] Morris, I. 2007, p.89.
[7] Morris, I. 2007, p.89.
[8] Morris, I. 2007, p.94.
[9] Morris, I. 2007, p.104.
[10] Morris, I. 2007, p. 95.
[11] Morris, I. 2007, p. 96.
[12] Morris, I. 2007, p. 97.
[13] Vacalópoulos. A. Historia de Grecia Moderna 1204-1985. Centro de Estudios Bizantinos y Neohelénicos Fotios Malleros. Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad de Chile. Santiago de Chile, 1995, p.149.
[14] Vacalópoulos. 1995, p.149.
[15] Osborne, R. La Grecia Clásica. Historia de Europa Oxford. Crítica, Barcelona, 2000, p. 10.
[16] Clogg. R. 1998. Historia de Grecia. Cambrige University Press, España, 1998, P.47.
[17] Morris. I. 2007, p.94.
[18] Clogg. R. 1998, p.55.
[19] Morris. I. 2007, p.100-101.
[20] Morris. I. 2007. p. 102
[21] Morris, I. 2007. p.103-104.
[22] Manzanilla, L; Barba, L. La arqueología: una visión científica del pasado del hombre. Fondo de Cultura Económica, México D.F, 2011. p. 13.
[23] Morris, I. 2007. p. 139.
[24] Morris, I. 2007. P. 139.
[25] Morris. I. 2007. p.30.
[26] Morris, I. 2007. P.38
[27] Morris, I; Powell, B. 1997. A new companion to Homer. Leiden, Netherlands, Brill. p. 13.
[28] Morris, I; Powell, B. 1997. p. 139.
[29] Morris, I; Powell, B. 1997. p. 511.
[30] Gamer.G.1992. Troya a la luz de las últimas investigaciones. Arqueología Prehistórica del Próximo Oriente. U.A.B, 1989, 1990, 1991. Treballs d'Arqueología, 2. p. 201
[31]  De hecho, Schliemann señala en su diario: "Estoy en perfecto acuerdo con C. MacLaren, Dissertation on the topography of the Trojan War, Edimburgo, 1822 y Eckenbrecher en Reinischen Museum, N.F.,2, Jahrgang, pp.1 ss., que reconocen la identidad de Hisarlik con el emplazamiento de Troya". Schliemann.  H. Ítaca, El Peloponeso, Troya. Investigaciones arqueológicas. Ediciones Akal, 2012, p. 138. El problema, es que no sabemos si estas referencias fueron establecidas con posterioridad a su descubrimiento, puesto que algunos autores como Gamer (1992) señalan que existe una amplia probabilidad de que Schliemann haya tergiversado muchas de sus informaciones con el fin de acreditar sus descubrimientos y, por otro lado, presentar el hallazgo amparado por varios trabajos e investigaciones previas respecto de las tesis de la ubicación de Troya frente a la comunidad científica. Es probable, por tanto, que el diario de viaje en su conjunto se encuentre seriamente intervenido.
[32] Gamer. G. 1992. p.203
[33] Finley, M. I. 2000. La Grecia antigua. Barcelona, España, Crítica. p. 225.
[34] Gamer. G. 1992. p.202.
[35] Gamer. G. 1992. p. 202-203.
[36] Gamer. G. 1992. p. 204.
[37] Gamer. G. 1992. p. 204.
[38] Gamer. G. 1992. p. 204.
[39] Gamer. G. 1992. p. 205.
[40] Gamer. G. 1992. p. 206.
[41] Al respecto, es imposible olvidar a su mujer Sofía Engastromenou (1852- 1932),  de quien espero realizar una próxima investigación. Su contribución a los hallazgos es fundamental, puesto que participa activamente en diversos momentos del proceso de excavación. Además, se dedicó a inventariar y catalogar artefactos, cerámicas, por ejemplo. Y aunque se señale que no poseía mayores conocimientos científicos, es posible que la misma labor que llevaba a cabo, le acercó hacia procedimientos que requerían de mayor  rigurosidad, sobre todo aquellos relacionados con la clasificación de artefactos y su descripción, lo que era bastante cercano a las metodologías arqueológicas del momento. En  la década de 1880, el paradigma de análisis arqueológico, estará relacionado con una narrativa que implica una descripción detallada, aportando la mayor cantidad de datos e información sobre los artefactos encontrados, aquello implicaba también catálogo e inventario (por ejemplo, Olimpia). Sus aportes fueron valorados e inclusive fue invitada a exponer sobre los pormenores de las excavaciones en Micenas en  la Royal Archeological Institute de Londres.
[42] Cotrell. L. 1958. El Toro de Minos. Fondo de Cultura Económica, México. p. 104.
[43]Cabe destacar que el mismísimo Arthur Evans describe con posterioridad a Dörpfeld como "El descubrimiento más importante de Schliemann"
[44] Bauzá. H.F. 2012. Heinrich Schliemann. Estudio Preliminar. En: Heinrich Schliemann. Ítaca, el Peloponeso, Troya. Investigaciones Arqueológicas. Madrid, Ediciones Akal, p. 6.
[45] Cotrell. L. 1958. p. 42.
[46] Cotrell. L. 1958. p. 55.
[47] Gamer. G. 1992. p.203.
[48] Morris. I. 2007. p. 157.
[49] Manguel. A. 2010. El Legado de Homero. Madrid, Editorial Debate (Historia). p.185
[50] Morris. I. 2007. p. 157.
[51] Morris. I. 2007. p. 156.
[52] Cotrell. L. 1958. p. 60.
[53] Cotrell. L. 1958. p. 60.
[54] Manguel. A. 2010. p.185.
[55] Morris. I. 2007. p. 100.
[56] Cotrell. L. 1958. p. 93.
[57]Bauzá. H.F. 2012. Heinrich Schliemann. Estudio Preliminar. En: Heinrich Schliemann. Ítaca, el Peloponeso, Troya. Investigaciones Arqueológicas. Madrid, Ediciones Akal, p. 7.
[58] Adrados. R; Fernández. G; Gil. L; Lasso de la Vega. 1963. Introducción a Homero. Madrid. Ediciones Guardarrama. p. 68.
[59]Bauzá. H.F. 2012. Heinrich Schliemann. Estudio Preliminar. En: Heinrich Schliemann. Ítaca, el Peloponeso, Troya. Investigaciones Arqueológicas. Madrid, Ediciones Akal, p. 7.
[60] Morris. I. 2007. p. 161.
[61] Morris. I. 2007. p. 162.
[62] El caso del fiscalizador (y arqueólogo) Stamatakis, quien tuvo la tarea  de vigilar a Schliemann en sus labores en Micenas es un buen ejemplo.