martes, 4 de agosto de 2015

Odiseo y el Lenguaje: Sobre el epíteto de polytropos.


Odiseo y el Lenguaje: Sobre el epíteto de Polytropos
            ¡Oh corazón! orienta tu versátil carácter según todos tus amigos,
al encuentro de la querencia que cada uno tiene.
Procúrate la querencia del pulpo de tantas dobleces,
 que se muestra talmente en la forma de la piedra a la que se adhiere.
 Sigue ahora un color, después hazte de otro.
 La listeza tiene más fuerza que la inflexibilidad

Teognis de Mégara

Finalizada la guerra de Troya, Odiseo y su tripulación emprenden el retorno hacia su natal Ítaca, una isla de la costa occidental de Grecia bañada de manera permanente por el mar Jónico, ya muy cerca de su arribo, específicamente al adentrarse en el cabo de Malea, una fuerza tempestiva desvía de su objetivo a Odiseo y su tripulación. Así, se inauguran las múltiples aventuras y desventuras vividas por este hombre que ansía desde lo más profundo de su alma volver a la tierra amada junto a sus familiares que no tienen noticia alguna de él desde hace más de diez años, momento en que decidió emprender rumbo a Ilión. "La Odisea", no evidencia tan solo la capacidad de Héroe de hacer frente a cada uno de los obstáculos que se presentan, puesto que en su tierra natal, Penélope y su joven hijo Telémaco viven su propia lucha frente a los múltiples politicastros que desean aprovecharse de la situación, beneficiándose de la riqueza y anhelando la posición que Odiseo dejó.

A diferencia de la Ilíada, poema en que las acciones se desenvuelven bajo un contexto de guerra y enfrentamientos heroicos, donde el clima espiritual de la obra en su conjunto tiende a revelar el "lamento romántico por un mundo heroico definitivamente cancelado e intenciones idealizadoras"(Lasso, 1963, p. 309), la Odisea refleja el comportamiento de los héroes en tiempos pacíficos, específicamente, un mundo donde se presenta "aun en medio de fantásticas aventuras de ensueño, el realismo de un mundo que se toca, ve y oye"(Lasso, 1963, p. 309). Odiseo en la Ilíada no es la principal figura del poema, respecto de su caso particular, no interesa tanto la cantidad de enemigos abatidos en diversas luchas con miras a alcanzar el honor y la gloria, o sus profusas habilidades en torno al dominio técnico de uno u otro tipo de arma en particular, sino que inaugura un nuevo espíritu, radicalmente diferente, afirmando incluso algunos autores que por todas aquellas características que lo definen "no es un héroe típico ilíadico (Lasso, 1963, p. 309)".

Es precisamente Odiseo quien encarna estos "nuevos ideales" que envuelven el poema, donde si bien sus cualidades están plenamente orientadas a la satisfacción de un noble y doloroso deseo personal, aventura tras aventura, demuestra éste un pleno dominio sobre sí mismo, siendo descrito como el personaje más representativo en torno a esta ésta característica  puesto que es " un hombre serio, maduro y enérgico, y, con toda su astucia, persigue una alta meta y la consigue gracias a su propia dureza. La férrea fuerza con la que domina los sentimientos, se resiste a la seducción y rompe las ataduras, es el nuevo tipo de heroísmo (Frankel, 1993, p. 94). Inclusive, este cambio no está circunscrito necesariamente a la figura de Odiseo, es todo el contexto mítico y social el que enriquece con su diversidad la historia en su conjunto, dejando entrever las diferencias espirituales entre ambos poemas  homéricos. Al respecto, se afirma:


"los personajes de la Odisea, empiezan, con su contención y astucia, a aislarse frente al mundo exterior. La persona ya no es un campo abierto de fuerzas, sino que el <<yo>> y el <<no-yo>> se separan, de manera que incluso el influjo divino es visto en su acción como algo externo"(Frankel, 1993,p.97)


El poema refleja la condición humana de Odiseo y la sociedad que lo rodea, una profunda afirmación sobre la propia experiencia como base del conocimiento y dominio de sí, " un eterno ideal de Humanidad, uno de los pocos Mitos perdurables del espíritu humano" (Lasso, 1963,p. 314). Odiseo es un hombre que sospecha de todo aquello que no está sujeto a su comprobación, toma decisiones fundadas en sus experiencias y enfrenta los peores dolores del alma, pero aun así, prefiere someter a su juicio aquello que proviene desde fuera de su entendimiento. La divina Atenea reconoce esta cualidad en Odiseo, incluso a pesar de cualquier tipo de inventiva que éste pueda esgrimir, el principio de sospecha de Odiseo lo previene de las dificultades que deberá enfrentar en su retorno a Ítaca - bastante reales por lo demás- pudiendo perder la vida en el intento de restablecer el orden a su favor. Dentro de todos aquellos reconocimientos y experiencias, una muy importante destacará, referida al encuentro con su amada mujer, donde la intimidad también está sujeta a un distanciamiento crítico por parte del héroe, cabe recordar que el tiempo y la lejanía han sido una gran prueba para el amor, la confidencia y la complicidad:

"Cualquier otro varón errabundo tuviera este gozo del regreso corriera al hogar para ver a los suyos; pero tú ni preguntas ni quieres noticias; prefieres por ti mismo probar a tu esposa; mas hete que ella, sin salir de su casa entre duelos se pasa las noches y entre duelos los días con lágrimas siempre"(XIII 333-338)


Y es que no debemos confundirnos al respecto, las cualidades de las que se vale Odiseo para cumplir sus objetivos están enmarcadas dentro de su voluntad por regresar a su tierra y hogar, es cierto, aquel es su principal rasgo, sin embargo, esto no contradice en ningún sentido la posibilidad de interpretar otras características que hacen del personaje principal de la Odisea un hombre modélico, aquel que refleja nuestra propia condición humana. Este trabajo tiene por objetivo interpretar la inteligencia de Odiseo desde las relaciones que son establecidas entre éste  y el uso del lenguaje en distintos pasajes a lo largo del poema, esto con el fin de intentar demostrar que parte de lo que se reconoce como "dominio de sí" está estrechamente relacionado con la capacidad del héroe de valerse en diversas circunstancias del lenguaje, ya sea tomando la forma de un criterio de civilidad o su adaptación a diversos contextos sociales, ya sea para narrar sus propios dolores o resguardarse frente algún peligro que la realidad le impone.

De esta manera, es posible ampliar en su definición uno de los epítetos con los que con frecuencia es denominado Odiseo, me refiero al de "Polytropos", hombre de muchas vueltas, aquel "multirrecursivo o politrópico a quien Helena califica de sutil y Atenor de elocuente" (Ramos, 1970), de "muchos artificios, el de las muchas tretas"(Castillo, 2013), "el de muchos recursos"(Gómez, 2000,p. 15), el " πολύμητις, rico en ingenio, y πολυμήχανος, rico en recursos "(Frankel, 1993), aquel que fue " obligado a dar muchas vueltas, de muchos viajes, de amplia experiencia" (Standford, 2013), o por último aquel admirado por Atenea, diosa de la sabiduría, puesto que es poseedor de "todas las cualidades de que ella más se enorgullece. Aun llega a encomiar sus embustes y bribonadas, aunque con su miga de ironía" (Bowra, 1983, p.29).

La metis Griega, se encuentra representada en los poemas homéricos en una suerte de habilidad cognitiva que se encuentra indefectiblemente comprometida con la práctica, definiéndose de manera general como una mixtura entre la astucia y la prudencia, se muestra en este sentido superior a la fuerza con la que se batían los héroes iliádicos, no representa una experiencia completamente heroica sino que está mucho más enraizada en el despliegue del ámbito cotidiano. Odiseo, destaca respecto de los demás héroes por el continuo dominio de su metis, proyectándola de manera práctica a lo largo de toda la Odisea. Es más, serán estas múltiples formas que adopta la inteligencia del personaje las que con el correr de los siglos se convertirán en un elemento a considerar respecto de su valoración o crítica por parte de aquellos que han realizado esfuerzos por interpretarlas, Odiseo es un héroe distinto a los demás debido a :

"la ambiguedad moral inherente a la característica que lo distingue entre los héroes homéricos, que es la inteligencia. La inteligencia, como indica Homero, es una cualidad neutra. Puede manifestarse como astucia baja y egoísta o como sabiduría excelsa y altruista. Entre estos dos polos, firmemente establecidos en el mito homérico arquetípico, el carácter de Ulises ha oscilado a lo largo de toda la tradición"(Standford,2013,p. 27)


Es decir, a pesar de la multiplicidad de epítetos que adornan la figura de Odiseo y de su valorización o animadversión en sus interpretaciones posteriores, todos los intentos que lo perfilan poseen una característica común, a saber, una inteligencia superior, el itacense es un héroe de las experiencias, "señor de la razón por sobre los temores. Odiseo es caudillo del raciocinio sereno frente a las fuerzas oscuras"(Ramos, 1970, P.24). Es común observar como parte de literatura posterior satura en forma despreciativa esta cualidad del personaje, transformándolo en un maestro del engaño y el timo, es caracterizado como un hombre que transita permanentemente entre el embuste y la falsedad, que se vale de tretas y argucias con tal de conseguir sus fines. Por ejemplo, "los detractores de Odiseo a finales del siglo V lo interpretaron peyorativamente en un sentido moral, como que "cambia a menudo de carácter, y por tanto inestable, sin principios y sin escrúpulos" ( Standford, 2013, 133).
Sobre la figura de Odiseo recaen una serie de apreciaciones que en sus fundamentos, poseen como premisa el problema de la verdad y lo verdadero, permitiendo gestarse así una ampliación de miradas en relación a la percepción sobre su figura. A modo de ejemplo, se puede observar como esta relación con la idea de verdad/falsedad opera para consolidar una explicación de la inteligencia de Odiseo, específicamente, en una de sus más grandes habilidades, me refiero a la forma en que Odiseo se transforma en una parte del poema, en relator de su propia historia: " Su habilidad como narrador estribaba precisamente en su capacidad para presentar como verdades lo que no era otra cosa que simples fabulaciones"(Gómez, 2000, 15). Sin embargo, ¿ Por qué hemos de suponer inmediatamente como falsedades aquellas historias relatadas por Odiseo ? ¿ Por qué si Odiseo es referente de lo "humano" se intenta considerarle como un ser que adolece de algo tan común en el ser humano como lo es su capacidad inventiva en torno a lo lingüístico y sus modalidades de expresión ?

 En algunos casos, pareciera ser que al idealizar nuestra condición humana, olvidamos a propósito referirnos a ella en lo que nos hace seres menos perfectos, incompletos e inexactos, esta es otra forma del peso que siempre ha tenido a lo largo de la historia la idea del error, de lo no verídico, de lo falso y no cierto,  es decir, olvidarnos en definitiva aquello que somos: seres que se comunican entre ellos, que todo mecanismo de expresión está ligado al lenguaje, por tanto, Odiseo, calcula, mide, sopesa y reconsidera no solo en los términos cognitivos disponibles asociados a la práctica directa, como el efecto de sus acciones sobre la realidad, sino que es capaz de medir el peso de sus palabras, y reconocer el efecto de ellas sobre fuera de sí mismo, un multirrecursivo lingüístico, que se sabe a sí mismo como portador de un lenguaje con el cual modela la realidad.

Con esto, no quisiera prescindir del substrato histórico social de ambos poemas, sino al hecho contrario, puesto que "más bien es conveniencia que libertad lo que sugiere la admisión de la guerra de diez años, y la de Aquiles, Héctor y Odiseo y todos los otros nombres famosos, como útiles denominaciones de un rey X y un capitán Y desconocidos" (Finley; 2008, p.64). Ejemplo de esto, sería justamente el momento en la Odisea en que las "simples fabulaciones" relatadas por Odiseo al rey Alcínoo de la Isla Feacia son capaces sobreponerse a cualquier contradicción en términos histórico materiales si se considera que la "falsedad" del relato de Odiseo no se encuentra circunscrito a la "ambivalencia básica del mundo heróico hacia el extranjero no invitado, de la oscilación rápida entre un temor profundo, justificado y una pródiga hospitalidad"(Finley; 2008, p.137), es decir, que aquel relato le valió incluso, salvar su propia vida: " Tal Ulises hablóles y todos, tomados de hechizo, a través del oscuro salón como mudos quedaron"(XI 333-334).  El relato de Odiseo, la potencia de su narración, impactó tanto a la corte del rey que extendió su hospitalidad sin restricciones, alguien que no fuese de fiar al narrar las circunstancias que lo trajeron hasta allí, históricamente, podía ser considerado hostil, es la fuerza histórica de una institución social además la que se demuestra si consideramos la "hospitalidad" como mediadora de las relaciones materiales de existencia de los sujetos históricos heroicos, así responde el rey a las aventuras y desventuras de Odiseo:

"Bien es cierto, ¡oh Ulises!, que sólo tu vista bastaba para no confundirte con un charlatán embustero de los muchos que nutre el oscuro terruño y que vagan amasando consejas de nadie entendidas. Tú, en cambio, al hermoso decir acompañas un noble sentido; ni un aedo supiera mejor relatar con los males de los otros argivos tus propias funestas desgracias" (XI 363-369).

El relato de Odiseo está tan cargado de intranquilidad, tan saturado de lucha frente a la adversidad, que se aleja completamente de la realidad aislada e ideal en que viven los feacios, tal es el nivel de impacto de la historia narrada que deciden confiar en él. Dentro de un ámbito real de existencia en aquel período esta podría haber sido la diferencia entre la vida y la muerte, la delgada línea entre el reconocimiento de un don y la más tensa alteridad, si el relato de Odiseo hubiese sido considerado una falsedad, un doloso engaño, es probable que se incrementara la hostilidad de los feacios en torno a su condición de extranjero, una otredad potencialmente nociva para el orden en que viven los habitantes de Esqueria. Odiseo frente a la corte del Rey Alcínoo, " relata sus andanzas, y esta inquietante narración de perseverancia y sufrimiento viene a ser el cabal contraste de la existencia ociosa, agradable y escondida de los feacios" (Bowra, 1983, p.27).

Homero, puede ser considerado perfectamente como un antropólogo del siglo XIII o XII A.C, un arqueólogo además, por su técnica y metodología de transmisión en tanto aedo, de los sentidos históricos del lenguaje, por tanto no solo aglutina informaciones históricas más o menos concretas,  sino que crea e integra una moral y ética propias que forman parte de un registro de su tiempo, el relato heroico circula entre el carácter integrador y creativo de ambos poemas, transformándolo en un gran estudio de la lengua y mecanismos de expresión barda, pero además de una serie de creencias y principios de ordenación social de diferentes tiempos. El rey Alcínoo y su corte están completamente sorprendidos por la historia que sale de los labios de Odiseo, incluso le pide que continúe, la hospitalidad ya está asegurada: " Por mi parte la Aurora divina me hallara en la sala si conmigo quisieras quedarte contando tus cuitas"(XI 375-376).

Siguiendo con el tema de la interpretación en base a criterios de falsedad en torno a lo considerado como " fabulaciones" de Odiseo, se ha propuesto incluso explicarlo a partir desde su misma genealogía para identificar características comunes con algunos de sus familiares las cuales  justifiquen su tendencia al embuste, las argucias e inventivas, tal es el problema del elemento autolicano en Odiseo, que considera el hecho de que : "Ulises desciende de Autólico, un bergante aprovechado, y algunos rasgos de su carácter los ha heredado de su abuelo, muy en especial su astucia" (Lasso, 1963,  313), Nada indica que la expresión de la astucia de su abuelo forme parte de la suya, es simplemente, otra forma de asociar la inteligencia de Odiseo a algo erróneo, falso, negativo, lo que sin duda es posible contrastar con sus relatos, el itacense no es doloso por contar una historia "falsa" o valerse de sus habilidades en torno al lenguaje para expresar su dolor, ya que " cuando demuestra pasión o un toque personal casi siempre es porque le ayudará a conseguir su meta"(Standford, 2013, 99).

 Su deseo de retornar al hogar no tiene parangón, al esgrimir su relato el personaje principal se asegura al menos la esperanza del regreso, es por eso que en aquel momento en el cual debe presentar su historia se aprecia su dominio de sí mismo, se vale de las modalidades de expresión para crear una verdad socialmente adaptada al contexto en el cual se inserta, no debemos olvidar que " en el aguante del paciente Ulises, en el sometimiento de su orgullo y sus impulsos, hay mucho de enérgica actividad, que no se ejerce por si misma sino con vistas a un objetivo. Ulises es el hombre que consigue sus fines frente a todos los obstáculos"(Frankel, 1993, 95).

No pretende daño a nadie, " Odiseo no era un vulgar facineroso aherrojado en la malicia o esclavo de la maldad, sino la inteligencia que inquiere el hombre que busca. Ninguna de sus mentiras arrastra maldad, y, en extremos casos, van dirigidas  contra enemigos de guerra" (Ramos, 1970, 131). Amor y retorno se entremezclan como pasiones que dirigen su forma de enfrentar el mundo, y es que quizás el dominio de sí mismo de Odiseo nos lleva a pensar que lo que "se ha olvidado es que estos ejemplos variados de combinación de ingenio y de resistencia generalmente eran utilizados pro bono público" (Standford, 2013, 102). Sea en el palacio del rey Alcínoo o al comunicarse con la ojizarca Atenea, sea  bajo promesas de inmortalidad o la proposición de una nueva vida dejando atrás todo su pasado, " Odiseo se manifiesta como aedo de invencionera imaginación. Es él quien teje el relato de sus expediciones por misteriosos mares e islas. Homero literariamente le entrega el ministerio" (Ramos, 1970, 56), y sin duda lo hizo, porque  en  La Odisea  "La figura del héroe principal incorpora el espíritu moderno del modo más puro y pleno. Los oyentes contemporáneos podrían aprender de Ulises a dominar la vida" (Frankel, 1993, 99). El dominio de sí mismo, así, implica también un dominio de los efectos de nuestras palabras sobre la realidad, reconocer racionalmente la medianía del lenguaje entre el distanciamiento del yo y no yo.

 Lo anteriormente señalado, no se encuentra en ningún sentido desconectado de la totalidad estructural de la obra, es más, forma parte integral de su fundamento y clima espiritual,  la ampliación general del contexto, en cierto sentido, lo justifica además porque :

"El medio que ya no es sombrío, sino que rodea y oprime al individuo con su presencia masiva, le pone continuamente en situaciones de las que no es fácil salir. Así empieza el hombre a tomar distancias frente al mundo. La libre receptividad y entrega se acaba, el hombre se hace reservado y calculador, la prevención y la desconfianza son necesarias e incluso, se convierten en virtudes que la epopeya glorifica" (Frankel, 1993, 94).

Odiseo luego de naufragar angustiosamente en el mar por algunos días recala en la isla de los Feacios, famélico y acongojado sobre un árbol se pregunta acerca del destino de su vida, agradece al menos haber tocado tierra aunque ésta le sea ajena, la esperanza del retorno se mantiene un tanto más segura, al menos continúa vivo. Luego de un profundo sueño producto del desgaste físico al cual estuvo sujeto en pleno océano, al despertar escucha a lo lejos un sonido que lo desasosiega abismalmente, entra en un estado de duda total respecto de lo que oye , Odiseo declama para sus adentros:

"¡Ay de mí !¿ Qué mortales tendrán esta tierra a que llego ? ¿ Insolentes serán y crueles e injustos o al huésped tratarán con amor y habrá en ellos temor a los dioses? Aquí en torno sentí como un fresco gritar de doncellas: ¿ por ventura son ninfas que pueblan las cumbres del monte, los veneros del río, los prados hermosos? ¿ O es cierto que me hallo entre hombres dotados de voz y de habla? Mas ¿ qué aguardo ? Yo mismo lo iré a comprobar con mis ojos (VI 119 -127) .

En esta escena se revelan, además de las angustias propias de Odiseo referidas a algunas convenciones sociales tradicionales como las diversas formas de hospitalidad señaladas en un párrafo anterior, dos aspectos bastante particulares: la lengua (voz y el habla) como factor esencial de reconocimiento de la condición humana y por otro lado, la gran inteligencia de Odiseo. Al respecto, en el ensayo " La Odisea un itinerario humano"(1970) Oscar Gerardo Ramos describe muy bien la isla de Esqueria y el encuentro con la dulce Nausícaa y sus sirvientas en la playa, pero a pesar de sus acertadas consideraciones civilizatorias en torno a la figura de Odiseo, pasa por alto que uno de sus criterios para definir que aquello que a lo lejos escucha está dotado de voz y de habla, es decir, si es precisamente un ser humano lo que sus oídos perciben, si en esta desesperada situación aquello que le es ajeno posee una lengua comprensible y reconocible. A través de estas preguntas consuela a su razón alimentándola con diversas probabilidades, considerando de por sí las más beneficiosas.
Es más, el segundo aspecto dice relación con su inteligencia, puesto que de modo general lo que Odiseo representa " es la  mente ordenada que triunfa de las amenazas cósmicas con su poder de análisis"( Ramos, 1970, p.24), por tanto, no se contenta tan sólo con la probabilidad de que aquello que escucha sea cualquiera de las posibilidades, sino que decide comprobarlo por sí mismo, le pregunta a la realidad y se pregunta a sí mismo, asume y ordena las variables que se le imponen a pesar de la profunda angustia que siente, y  determina que frente a la posibilidad de ser engañado por sus sentidos es preferible encausarlos en una más adecuada prueba que calme de forma definitiva su sospecha.

Cabe agregar que Odiseo es capaz de medir y cuantificar el peso y efecto de sus palabras en sus encuentros con otros personajes, es una habilidad beneficiosa frente a todo aquello que pueda hacer tambalear su noble meta. Una reconvenida Calipso, le permite luego de siete largos años volver a emprender el retorno a su hogar no sin antes intentar convencerlo de que se quede en la isla de Ogigia, pues junto a ella la inmortalidad del itacense está asegurada:

"¿ De verdad tienes prisa en partirle a tu país de tus padres y volver a tu hogar ? Marcha, pues, pese a todo en buen hora; mas si ver en tu mente pudieses los males que antes de encontrarte en la patria te hará soportar el destino seguirías a mi lado guardando conmigo estas casas, inmortal para siempre, por mucho que estés deseando ver de nuevo a la esposa en que piensas un día tras otro. Comparada con ella, de cierto, inferior no me hallo ni en presencia ni en cuerpo, que nunca mujeres mortales en belleza ni en talla igualarse han podido a las diosas" (V 204-213).

Es precisamente en este momento, cuando Odiseo decide rechazar la inmortalidad ofrecida por Calipso, quien además sugiere que su infinita belleza no puede ser comparada a la perecedera figura mortal de su amada Penélope. De vital importancia es el hecho de que Odiseo decida afirmar su condición humana y vivir la vida de un hombre mortal, tomando conciencia del sentido de finitud que lo aqueja a él y todos sus seres amados. Odiseo nunca logró amar a Calipso, en su recuerdo siempre se mantuvo la imagen de su mujer, hijo y tierra añorada. Estos elementos son el motor del principal impulso vital que conduce toda su travesía. Odiseo no acredita beneficiosa para sí la inmortalidad, pero está dispuesto a comprobar por sí mismo si acaso las pasiones y sentimientos humanos que nos movilizan persisten bajo el aura de perpetua caducidad que nos envuelve.  Sin embargo, es además de gran importancia reconocer el modo de expresión con que esgrime su decisión, cuidadosamente teje su explicación con el fin de que ante el rechazo de tamaño ofrecimiento, su compañera por largos años Calipso no se sienta herida, la belleza, en este sentido, es menos punzante que el amor y el recuerdo que persiste:


"No lo lleves a mal, diosa augusta, que yo bien conozco cuán por bajo de ti la discreta Penélope queda a la vista en belleza y noble estatura. Mi esposa es mujer y mortal, mientras tú ni envejeces ni mueres. Mas con todo yo quiero, y es ansia de todos mis días, el llegar a mi casa y gozar de la luz del regreso. Si algún dios me acosare de nuevo en las olas vinosas, lo sabré soportar; sufridora es el alma que llevo en mi entraña; mil penas y esfuerzos dejé ya arrostrados en la guerra y el mar: denle colmo esos otros ahora" (V 215-224).


Con todo, no es la única situación a lo largo del poema donde Odiseo reconsidera sus acciones y palabras, ejemplo de aquello, es su encuentro en su viaje al Hades con Ayax  "en cuerpo y belleza el mejor entre todos los argivos después del Pélida intachable" (XI 469-470), frente a la sombra del ofendido héroe, Odiseo se arrepiente de haber desencadenado, al disputarse las armas de Aquiles, los avatares que condenaron al destacado héroe al delirio y posterior suicidio, recurso supresor de la eterna aura de vergüenza que según su parecer, habría teñido de deshonra su vida para siempre: " ¡ Ojalá  yo no hubiera ganado en aquella porfía, pues por ello a la tierra cayó semejante cabeza [...] ! " (XI 548-549). Odiseo, pretende animar a Ayax, darle a entender que a pesar de las condiciones que rodearon su fin, no dejó de ser considerado un notable héroe: "gran baluarte perdimos contigo. Con no menos dolor que la muerte de Aquiles lloramos los argivos la tuya que nadie causó: Sólo Zeus, que no tuvo medida en su odio a la grey de los dánaos, aguerridos lanceros, por sí decidió tu ruina" (XI 556 -560). Odiseo lo invita a aplacar su furia y orgullo, pero Ayax no cede ante la cortesía expresada en sus palabras " Tal le hablé, mas sin darme respuesta se fue con las almas de los otros mortales sin vida, del Érebo al fondo"(XI 563 -564). Al respecto, esta reafirmación de ciertos valores heroicos por parte de Ayax, pertenecen al clima espiritual enraizado en el poema iliádico, esto se considera así puesto que:

"En la epopeya más moderna Ulises es el heredero de Aquiles. La fábula de la Pequeña Ilíada sobre el destino de las armas de Aquiles muerto, que no son otorgadas al guerrero Ayax, sino al inteligente Ulises, no es sino un modo plástico de expresar el cambio de ideales" ( Lasso, 1963, p. 309).

Para comprender la inteligencia de Odiseo es preciso ampliar el análisis en torno al epíteto de Polytropos, apartarlo de categorías de análisis asociadas a la verdad/falsedad, simplemente porque esto revela de fondo cuánto nos esforzamos nosotros mismos por intentar explicar la condición humana bajo la presión de la objetividad como eje de cualquier conocimiento y percepción sobre la realidad. Odiseo, se encuentra más allá de cualquier apreciación que intente opacar la inteligencia como una de sus características fundamentales,  y por lo demás  junto a ella, la  más alta de todas, "Ulises busca, lucha, sufre, porque ama, como el ser humano busca, lucha, sufre, porque ama "(Castillo, 2003, 23).

Odiseo también ama pensar, preguntarse, insistir, reconocer, crear, el itacense en este sentido, "está por encima de la naturaleza, la domina, se adentra en el conocer y conoce como hombre sobre el mundo" (Ramos, 1970, 42). Una de aquellas modalidades de expresión de su inteligencia es la idea del dominio de sí, en tanto dominio de su lenguaje, un multirrecursivo lingüístico, que comprende los efectos de la palabra sobre la realidad. Esta atención sobre su capacidad, ya habría sido izada con anterioridad puesto que "Antístenes acudió en defensa de Odiseo. Polytrópos, argumentó, no se refiere ni al carácter ni a la moral en absoluto. Sencillamente indica la habilidad de Odiseo para adaptar las figuras de su discurso (tropos) a las necesidades de sus oyentes en cualquier momento"(Standford, 2013,p. 133).

A modo de ejemplo, es posible considerar a Odiseo como un espejo de lo que es un hombre civilizado, esto salta a la luz cuando el personaje principal y su tripulación llegan a la isla de los cíclopes. En su descripción general, menciona una serie de elementos que conforman su ideal en torno a la civilidad, de esta forma es posible conocer ciertos aspectos relacionados con los principios de estructuración social de la época heroica (y la de Homero), aquellas que regían sobre la vida social y se consideraban reconocidas bajo la forma de la tradición. Los cíclopes son:

" unos seres sin ley. Confiando en los dioses eternos, nada siembran ni plantan, no labran los campos, mas todo viene allí a germinar sin labor ni simienza: los trigos, las cebadas, las vides que dan un licor generoso de sus gajos, nutridos tan sólo por la lluvias de Zeus "(IX 105 -111)

Odiseo esboza al menos lo que define como su idea de civilidad, asumiendo como contraria la existencia de los cíclopes puesto que representan la barbarie, esta idea es fundamental para comprender como se constituye la alteridad: " Los ciclopes no tratan en juntas ni saben de normas de justicia; las cumbres habitan de excelsas montañas, de sus cuevas haciendo mansión; cada cual da la ley a su esposa y sus hijos sin más y no piensa en los otros" (IX 112-115). Polifemo es un ser paradojal, no es un hombre civilizado, pero eso tampoco significa que carezca de sentimientos, lo mueve un profundo amor por sus animales pero no reconoce las instituciones básicas que rigen el mundo de Odiseo, " es la existencia primitiva sin viviendas funcionales, sin códigos jurídicos, sin asambleas para deliberar, sin vínculos de sociedad civil" (Ramos, 1970, 64), las desconoce, no comprende la hospitalidad. Ulises se desgarra al ver a sus compañeros en las fauces del cíclope, precisa de su inteligencia para hacerle frente, la fuerza asume en esta situación un carácter secundario, la salida de la cueva está restringida, es necesario elaborar una forma de escapar, situación de vida o muerte como otras en el poema, pero precisamente es allí donde emerge su habilidad en torno al lenguaje. Odiseo señala:

" Preguntaste, ciclope, cuál era mi nombre glorioso y a decírtelo voy, tú dame el regalo ofrecido: ese nombre es Ninguno. Ninguno mi padre y mi madre me llamaron de siempre y también mis amigos. Tal le dije y con alma cruel al momento me dio respuesta: A ninguno me lo he de comer el postrero de todos, a los otros primero; hete ahí mi regalo de huésped".(IX 364 - 370)


Preso de los efectos del dulce licor ofrecido por Odiseo, el cíclope rápidamente caerá en un profundo sueño, momento que será aprovechado por el héroe y sus compañeros para cegarlo. En su dolor y desesperación, Polifemo es oído por otros cíclopes que sorprendidos llegan a la cueva y le preguntan:

 "¿ Por qué  así, Polifemo, angustiado nos das esas voces a través de la noche inmortal y nos dejas sin sueño ? ¿ Te ha robado quizás algún hombre las reces ? ¿ O acaso a ti mismo te está dando muerte por dolo o por fuerza ? Desde el fondo del antro les dijo el atroz Polifemo: ¡Oh Queridos! No es fuerza. Ninguno me mata por dolo"(IX 403 - 408)


El plan ideado por Odiseo resulta a la perfección, pero destaca el hecho de que decidiera llamarse a sí mismo nadie o ninguno, sin embargo no debe sorprender, es aquí donde la expresión del dominio de sí y de la naturaleza por parte de Odiseo se nos ofrece en su plenitud, así, "el hombre civilizado, creando industrias lingüísticas con una de las más sencillas palabras, derrota al hombre primitivo" (Ramos, 1970, 66). El lenguaje es utilizado con gran ingenio como un recurso. Una de las carencias manifiestas de Polifemo, es no reflexionar en torno a su propio lenguaje, cuando se le pregunta quién le ha cegado él responde y sus compañeros no intentan ahondar mucho más en torno al hecho, los dolores y pesares para ellos pueden incluso tener una  divina motivación, nada sospechan en torno al juego lingüístico que existe detrás. Mientras que el bárbaro Polifemo desconoce, le da las espaldas al dominio sobre sí mismo, "Odiseo era señor de sus pasiones" (Ramos, 1970, 90), lo demuestra cuando escucha a los otros cíclopes desacreditar la desesperación de Polifemo, el itacense expresa: "y yo me reí para mis adentros del engaño y plan bien urdido"(IX 413-414).

Para finalizar, es preciso comprender un último aspecto en torno a la figura de Odiseo y quizás el más decidor en torno a la idea central de esta reflexión que expresa como la inteligencia del héroe se expresa como dominio de sí,  y este  en la forma de dominio del lenguaje y sus modos de expresión. Insisto en la afirmación de que para estudiar a Odiseo es preciso trascender ciertas categorías en torno al problema de la verdad, puesto que allí precisamente estriba la incomprensión de Odiseo como referente de la existencia humana, por lo tanto, hacer hincapié en torno a la falsedad  de su tránsito entre un universo mítico fabuloso y la realidad, es precisamente olvidar aquello que lo hace un ser humano: una inteligencia creativa en torno al lenguaje, un conocedor del impacto de nuestras palabras sobre la realidad, habilidad que nunca se utiliza de manera perniciosa sino más bien cuando el héroe se encuentra sometido a situaciones que pueden comprometer su existencia o, sencillamente, cuando precisa un principio rector de adaptación al contexto en que se inserta, esto lo convierte en un conocedor no sólo de sí mismo sino de las distintas convenciones sociales de su mundo. La distancia crítica del mundo en torno al lenguaje, para el caso de Odiseo, se manifiesta como una herramienta de auto conservación, ya que como he señalado en párrafos anteriores, un buen relato podía ser la diferencia entre la hospitalidad más benéfica y una tensa hostilidad.

Por tanto, cuando algún estudioso se refiere con ironía, humor o antipatía al colocar en entredicho la plausibilidad de las narraciones fantásticas del héroe, como afirmar por ejemplo, que los diversos relatos realizados por Odiseo poseen una mayor credibilidad al provenir de primera fuente, es decir, él mismo. Cuando el rey Alcínoo expresa que "ni un aedo supiera mejor relatar con los males de los otros argivos tus propias funestas desgracias" (XI 363-369), compara la historia de Odiseo con la labor de poetas que cantaron las hazañas de los héroes de Argos, pero no precisamente a ellos, sino al hecho de que el bardo no repite los hechos tal como acontecieron, puesto que, en cada uno de ellos hay un torrente de actividad creativa ajustado a ciertas fórmulas propias de su transmisión, es por esto, que la comparación del rey no está desconectada del aedo que la exhibió, como tal, esto implicaría que la forma en que el soberano de Esqueria valoriza, no solamente se refiere a la belleza discursiva de tal o cual relato de alguna hazaña, sino que además puede la misma relacionarse con otro aspecto referido a su capacidad interpretativa. Sin embargo, no solo compara sino que además lo enaltece, Odiseo narra mejor que cualquier aedo porque está narrando su propia existencia, la que él ha decidido contar para sí y para los otros, no hay verdad, no hay mentira, ese es el "noble sentido" que asume su discurso, sus palabras no dependen de nadie, no es un "charlatán embustero", sino un hombre que vive su propia lucha, sabe transmitirla con una gran pasión cuando así lo estima, porque se desliza adelante de lo mágico, su dominio de sí mismo, responde a "una intelección más fría, más libre, más humana"(Ramos, 1970 p.25).

No obstante, esto no muestra la incapacidad de Odiseo de emocionarse ante el relato del poeta Demódoco, al contrario, lo toca en lo más profundo y a su manera, reconoce su enorme labor y le agradece. Es más aun, en las escenas finales,  dentro de todos aquellos absueltos con el perdón del héroe en su venganza, el aedo Femio es uno de aquellos beneficiados, no podía ajusticiarlo, "un aedo, sobre todo, era un predilecto de los dioses. Las manos del héroe no podían mancharse con sangre de poeta"(Ramos, 1970, 131). El bardo griego no es inferior en recursos de expresión en torno a sus relatos, de hecho, más allá de su precisión , un aedo reconoce y "participa en la tradición de la lengua; las formulas le vienen a la boca del repertorio que guarda en su memoria y las imágenes del mundo que evoca está solo dentro de las posibilidades de su lenguaje".(Bochetti; 2006, p.39). El despliegue del relato personal de Odiseo, no adolece en las similitudes al de un aedo ni en su forma ni en su fondo, de hecho:

" hay una descripción general de la postura curiosa y habitual de Odiseo antes de comenzar un discurso importante. Se quedaba parado, con los ojos fijos en el suelo, su cuerpo y gestos rígidos "como un tipo ignorante". Su voz [...] tenía una fuerza enorme. Parece haber controlado este órgano tan propio de un Gladstone con la habilidad propia de un Disraeli: sus palabras salían suaves, ligeras y continuas, copo tras copo como la caída de la nieve, quizás con el tono tranquilo, directo, característico de los partidarios del arte de la plausibilidad." (Standford, 2013, 100)


Ambos sitúan su relato a través de una performance que los hace únicos e indistinguibles, no mejores ni peores unos a otros, pues comparten el mismo sentido de apreciación respecto de la lengua, su tradición y transmisión. Si Odiseo, "podía mantener al público arrobado como lo hace un aedo" (Standford,2013, 100), es porque en primer lugar aprendió de ellos a conocer el valor del lenguaje en su dimensión creativa y sus efectos concretos sobre las personas que los escuchaban. El multirrecursivo lingüístico, es un ser que con su inteligencia se domina a sí mismo y una de sus tantas manifestaciones de aquella capacidad es su apego al recurso de la lengua desde amplias facetas que la realidad le impone, he allí un ampliación del epíteto de Polytropos que lo caracteriza. Odiseo está más allá de la pregunta acerca de la verdad, porque narra su propia verdad, " no quiere ser ni dios ni animal. Quiere ser ni más ni menos que un hombre"(Castillo, 2003,21). Como tal, es posible reconocer en Odiseo la capacidad del ser humano de valerse del lenguaje y la comunicación, saberlos y vivirlos como un canal de expresión del alma, siempre a disposición de nuestro modo de vida, sea esta la más esperanzada y triste prueba que la existencia nos ofrezca o tal vez la más maravillosa de las aventuras. El politrópico itacense, de muchas vueltas por los senderos de su inteligencia creativa, representa el continuo vaivén ético entre la palabra, el pensamiento y la acción.

Bibliografía
Bocheti, Carla. 2006. El espejo de las musas. El arte de la descripción en la Ilíada y la    Odisea. Santiago de Chile, Centro de Estudios Griegos Bizantinos y Neohelénicos      "Fotios Malleros", Facultad de Filosofía y  Humanidades, Universidad de Chile.

Bowra, C.M . 1983. Historia de la Literatura Griega. México D.F, Fondo de Cultura     Económica.

Castillo, Miguel. 2003. El mito de Odiseo. Atenea (487) 11-23.

Finley, M.I. 2008. El mundo de Odiseo, México, Fondo de Cultura Económica.

Frankel, Hermann.1993. Poesía y filosofía de la Grecia Arcaica. Una historia de la épica,           la lírica y la prosa griegas hasta la mitad del siglo quinto. Madrid, Editorial Visor.

Gómez, F.J. 2000. El descubrimiento del mundo: Geografía y Viajeros en la Antigua       Grecia. Madrid, Akal.

Homero. 2000. Odisea. Traducción de José Manuel Pabón. Madrid, Gredos.

Lasso de la Vega, José S. 1963. “Ulises y su mundo de ideales éticos”, en “Ética             homérica”, Adrados, R. y otros (L. Gil Ed.): Introducción a Homero, Madrid, Ediciones Guadarrama.

Ramos, O. G. 1970. La Odisea un itinerario humano. Bogotá, Instituto Caro y Cuervo.

Stanford, W.B. 2013. El tema Ulises. Madrid, Editorial Dykinson.



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